La jerarquía de las necesidades de Maslow es un concepto famoso en psicología. Organizó las necesidades humanas en tres grandes niveles: el fisiológico (aire, comida y agua), el psicológico (seguridad, amor y autoestima) y, finalmente, la autoactualización. Su gran intuición fue que las necesidades más elevadas formaban parte de la naturaleza tanto como las elementales por ser también instintivas y biológicas. Cuando las necesidades corporales básicas están cubiertas y cuando se ha alcanzado un estado que nos sentimos queridos, respetados y disfrutamos de un sentimiento de pertenencia, también a nivel de identidad filosófica o religiosa, entonces es cuando buscamos la autoactualización. Las personas autoactualizadas han logrado el pleno uso y disfrute de sus talentos, de sus capacidades y de sus potencialidades. Estas son las personas que han tenido éxito interior, más allá de sus logros exteriores, no son perfectos en absoluto, pero tampoco tienen defectos graves.
Maslow llegó a identificar 19 características de las personas autoactualizadas:
Una clara percepción de la realidad.
Aceptación de ellos mismos y de las cosas tal y como están.
Espontaneidad.
Estar concentrados en los problemas.
Búsqueda de la soledad.
Autonomía.
Picos de experiencias místicas.
Afecto hacia los seres humanos.
Humildad y respeto.
Ética basada en nociones claras, aunque no convencionales, de lo que es bueno y lo que es malo.
Sentido del humor.
Creatividad.
Resistencia a ser culturalizado.
Imperfecciones.
Valores basados en una visión positiva del mundo.
Otra diferencia sutil caracteriza a estas personas. La mayoría de nosotros ve la vida como una lucha para alcanzar esto o aquello ya se trate de cosas materiales, de tener una familia o de tener una buena carrera. Los autoactualizados, en cambio, no luchan para desarrollarse. Son ambiciosos solamente en el sentido de que son capaces de expresarse más plena y cabalmente ya que disfrutan de lo que están haciendo. Otro punto general es su profunda libertad mental. A pesar de las circunstancias en las que se encuentren, y en contra de las presiones que les rodean, los autoactualizados son ejemplos vivientes del libre albedrío que es la característica más esencialmente humana.
Maslow hizo una observación muy interesante: aunque los autoactualizados comparten sus rasgos mencionados arriba y se pueden considerar como un grupo, sin embargo, son mucho más individualizados que cualquier otro grupo humano jamás estudiado. Esta es la paradoja del autoactualizado: cuantos más rasgos del listado tiene una persona tanto más probable resulta que sea única.
Uno de los grandes temas de la autoayuda es la necesidad de liberarse de las costumbres y de las reglas que hemos aceptado inconscientemente. El libro nos cuenta cómo lo podemos hacer de forma eficaz. Todo lo argumenta adoptando los cánones de la investigación científica occidental aportando los resultados de sus experimentos científicos que sin duda resultarán atractivos para los lectores.
¿Qué o quién es una persona plenamente consciente? Sugiere que el que lo sea tendrá las siguientes características:
Capacidad para crear categorías nuevas. Vivimos y aceptamos la realidad de manera conceptual. No vemos las cosas con frescura y de manera nueva cada vez que las miramos, en cambio, creamos categorías y dejamos que las cosas caigan dentro de ellas al ser una manera más conveniente de manejar el mundo. La falta de conciencia es el resultado de no saber que las categorías a las que nos sometimos son simplemente eso, nuevas categorías. Además, solemos aceptarlas como si fueran nuestras sin que las hayamos realmente pensado. Crear categorías nuevas y reorganizar las antiguas eso es plena consciencia.
Apertura ante la información novedosa. Langer habla de los compromisos cognitivos prematuros que son como fotografías en las que el significado, en lugar de ser cambiante, queda congelado.
Consciencia de varias perspectivas. La falta de conciencia ocurre cuando la gente acepta una información sacada de contexto. Una capacidad de trascender el contexto es la señal de la plena consciencia y de la creatividad.
Atención al proceso antes que al resultado. Una característica fundamental es concentrarse más en un proceso que en su resultado o en el hacer en lugar del alcanzar. La orientación de los procesos exige que no nos preguntemos: ¿yo podré hacerlo?, sino ¿cómo puedo hacerlo?.
Confianza en la intuición. La intuición es un importante camino hacia la plena consciencia porque su mismo uso requiere que ignoremos las costumbres y las expectativas viejas y nos fuerza a intentar algo que incluso puede ir en contra de lo razonable. Lo más sorprendente de la plena consciencia y de la intuición es que los dos requieren un esfuerzo bastante pequeño. La intuición nos proporciona información valiosa sobre nuestra supervivencia y nuestro éxito. No podemos explicar de donde venga pero si la ignoramos lo pagaremos de nuestro bolsillo. La persona plenamente consciente seguirá lo que funciona aunque parezca no tener sentido.
Ellen J. LANGER en «La mente creativa: perspectivas sobre el envejecimiento, la memoria y la salud».
La teoría de los roles sexuales, de la que Gray es uno de sus máximos exponentes, afirma que los hombres son muy diferentes de las mujeres por naturaleza y que el género constituye la esencia de la identidad de una persona. Sus críticos encuentran a Gray especialmente insidioso ya que no presenta nunca su visión como una teoría sino, sencillamente, dice que así están las cosas (hecho biológico). El fin último de Gray, consciente e inconscientemente, es hacer que las mujeres se sientan mejor respecto a su rol subordinado en una cultura de hegemonía masculina.
Ideas principales de Gray:
La llave de oro para unas mejores relaciones está en la aceptación de las diferencias.
Una mujer tiene como fin el de mejorar a un hombre mientras que un hombre sólo quiere ser aceptado. Los consejos no requeridos de ellas nunca son bien recibidos y suelen ser interpretados como críticas negativas. Los hombres le dan mucha importancia a su propia competencia y si no logran resolver los problemas sienten que están perdiendo el tiempo. A las mujeres, por el contrario, les gusta hablar de los problemas, incluso si no hay solución a la vista, porque eso les brinda la posibilidad importantísima de expresar sus sentimientos.
Las mujeres son como olas suben hasta la cresta, luego caen en la depresión y de nuevo vuelven a subir. Los hombres deben de saber que es en las depresiones cuando las mujeres los necesitan más. Para sentirse motivado un hombre tiene que sentirse necesario mientras que una mujer necesita sentirse querida.
Los hombres pasan de la necesidad de cariño a la necesidad de espacio. Los hombres se esconden en su cueva no por una decisión consciente sino por instinto.
Las discusiones suelen resultar en sentimientos heridos por la forma en que se presenta un argumento más que por su contenido. Lo más irritante es el tono áspero. Los hombres no se dan cuenta de hasta qué punto sus comentarios hieren y provocan porque ellos se fijan en el contenido. La mayoría de las discusiones comienzan porque una mujer expresa una preocupación por algo y el hombre dice que no vale la pena preocuparse por eso. Esto le quita validez a ella que se enfada con él. Entonces él se enfurece porque le parece que ella se enfada con él sin motivo alguno. Él no se disculpará por algo que cree no haber hecho y de esta manera la discusión inicial puede prolongarse en el tiempo.
Los hombres discuten porque sienten que no se confía en ellos, que no se les admira ni alienta, que no se les habla con un todo de confianza y aceptación. Las mujeres discuten porque no se las escucha o no se sienten entre las prioridades más urgentes de su hombre.
Gray sugiere que en nuestra época histórica tenemos razón en esperar la máxima satisfacción en nuestra vida romántica. Sin embargo, nuestros cerebros y nuestros cuerpos, que han evolucionado durante milenios, requieren de los refinamientos de las diferencias sexuales para un mayor éxito de supervivencia. Tener la expectativa espléndida de una relación perfecta y al mismo tiempo ignorar incluso las diferencias más básicas entre los patrones de pensamiento del macho y de la hembra resulta ingenuo y suele provocar que invitemos estúpidamente a un saboteador a bordo del barco del amor.
John GRAY en «Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus».