Cuando se hunde la estructura ….

Excursión realizada el día 3 de mayo de 1981.
Ya estaba el campamento de Semana Santa organizado. Después de numerosas conversaciones por los pasillos de la Escuela, llamadas telefónicas a los amigos, gestiones pendientes resueltas, … ya sólo quedaba por decidir el sitio. A mediados de semana empeora el tiempo y se pone a llover para no dejarlo de hacer hasta que empezaron las clases. Llega el día de salir. Está lloviendo. Las predicciones meteorológicas no preveen cambios en un intérvalo bastante largo.
Con intervenciones rápidas Miguel se hace cargo de la situación atmosférica en toda la península. Por la noche han llegado unos amigos de Roma. Dicen que en la salida de Zaragoza, en los puertos de montaña, estaba nevando y que eran necesarias las cadenas. A la mañana siguiente hay noticia de que Caín está aislado por la nieve y que en Andújar (Jaén) lleva media semana lloviendo y que los habitantes de ese lugar no conocían tal suceso desde hacía mucho tiempo. En Madrid asistíamos a un fabuloso panorama ofrecido por una tormenta eléctrica espectacular. Quedaban así descartadas, una a una, las posibilidades de ir a los Pirineos, Picos de Urbión, Picos de Europa, Sierra Nevada, Guadarrama y Gredos. No valía la pena hacer un gasto importante para luego tener que pasar todos los días metidos en un refugio. No hay más remedio que aplazar la salida y así se comunicó a todos los componentes la triste decisión. La excursión será el primer fin de semana de mayo. El jueves supimos la notícia que unos montañeros zaragozanos estuvieron todos esos días en el refugio de Góriz sin poder regresar. De pensar que nosotros queríamos ir a pernoctar esos días en el Lago Helado de Marboré se me hiela todo el cuerpo.
A media semana mejora el tiempo y el fin de semana vuelve a empeorar. Llega el viernes, no hay clase, es el primer día de mayo y Miguel no se decide a salir. Por la mañana le llama Juan. Está dispuesto a ir a donde sea. Miguel le dice que no tiene organizado nada.
– «Si salgo este fin de semana ya te lo diré con tiempo por delante …».
Después de una breve conversación Miguel se va a estudiar. Antes de comer hay otra llamada telefónica, es Jesús. El jueves en clase le dijo a Miguel que quería salir de excursión y ahora llamaba para concretar. Proponía subir al Peñalara. Miguel le dijo que se pensaría el itinerario y que le llamaría en el caso de que saliera ya que estaba poco animado. Sobre las cinco Miguel ve un aviso telefónico. Ha llamado José Carlos y que volverá a llamar. A Miguel no le hace mucha astucia para adivinar el porqué de esta nueva llamada, a pesar de todo, se cerciora. Coge el cuaderno de direcciones y le llama. Efectivamente, está organizando una excursión.
José Carlos en el aparato hace la pregunta fatídica a Miguel.
– «¿Te vendrías de excursión?».
En un instante le viene a la cabeza una multitud de excusas todas válidas para la ocasión. Está lloviendo, tengo que estudiar, si salgo dormiré poco, estaré incómodo, hace mucho frío, se come mal o mejor dicho fatal, me voy a perder un rico desayuno de bollo, la cucharilla del postre, el aperitivo de la comida, por supuesto no disfrutaré de la merienda, llegaré a cenar tarde y se lo habrán comido todo, tendré que llevar a cuestas toda la excursión las tiendas de campaña, hay que ponerse a buscar que alguien nos deje un coche y para colmo de males volverá a estar todo el peso de la excursión y la responsabilidad que con ello comporta sobre mi persona, … cualquiera de ellas es razón suficiente para echarse atrás, pero … Miguel, en un arrebato típico de locura, le dice a José Carlos que está dispuesto a salir. Se decide. Siempre antes de salir de excursión la pereza entra a matar.
José Carlos tiene un amigo dispuesto a salir y le quedan todavía tres amigos por localizar. Miguel llama a Jesús y a Juan y les dice que llamen a sus amigos para ver si van a acompañarnos. Llega la noche. Unas llamadas y queda concertada la hora. A las seis de la tarde del sábado 2 en Alenza, 20. Es la estación de autobuses de «La Continental». Salen en principio Jesús, Juan, José Carlos, Enrique y Miguel.
Por la mañana Miguel se acaba de decidir. Pide comida para la excursión y se pone a llamar a sus amigos. Se apunta de última hora Narcís y a media mañana unos amigos suyos del colegio. Estupendo. Todo parece indicar que saldrán esta vez unas diez personas.
A las dos de la tarde Miguel va a preparar la mochila. Una idea escalofriante le pasa por la cabeza. Las tiendas de campaña no las revisaron en la última salida que se hizo con ellas y si no recuerdo mal explicaron que les había llovido. Así era. Se guardaron húmedas y ahora estaban totalmente podridas. ¡Qué se le va a hacer! Esto de que las cosas son de todos tiene este problema que al final no son de nadie y aunque era una tienda estupenda habrá que tirarla. Pero como nos eran necesarias las pone a secar al Sol mientras comía.
Después de comer acabó de prepararlo todo y se fue a esperar al autobús que le tenía que dejar en Cuatro Caminos. Un paseo por el barrio con todo el material, las dos tiendas, dos pares de botas y tres sacos de dormir. El autobús para no perder la costumbre, ni pecar de originales en las líneas de la EMT, llegó tardísimo. Tanto era así que cuando entró en la estación de autobuses el otro autobús ya estaba a punto de salir. Estaban, como de costumbre, los padres de Juan entreteniendo al chofer con una animada conversación con el objeto de que se le pasara la hora de la salida.
Nos subimos todos al final del autobús después de haber logrado un retraso inicial de diez minutos ya que, para colmo, Miguel intentó conseguir descuento en el precio del billete por el motivo que fuera. El billete normal costaba 280 pesetas hasta Rascafría. Lo de la familia numerosa coló de nuevo. Finalmente éramos siete. Juan que está en primero de Informática, Roberto que hace segundo, Narcís ha llegado este año para hacer Montes, José Carlos acabará Arquitectura este año, Enrique hace cuarto de Caminos y Miguel y Jesús primero de Aeronáuticos. Todos ingenieros y animados a realizar una travesía desde Rascafría hasta Cotos pasando por toda la cresta.
El viaje fue largo. Más de dos horas. El conductor dio toda la vuelta a la Sierra y nos gratificó con algunas visitas turísticas por los pueblos de la zona. En un par de ocasiones incluso lo vitoreamos y aplaudimos como nunca. La razón era porque se salía de la Nacional se recorría unos dos kilómetros por un camino malísimo, llegaba al pueblo, hacía las maniobras oportunas en la plaza mayor del mismo y sin que se subiera ni bajara nadie reemprendía la marcha otra vez hacia la Nacional por el mismo camino anterior. Llegamos a Rascafría a las ocho y media.
Compramos vino para la bota y algo de comida. Repartimos el peso y nos fuimos a las afueras del pueblo. Instalamos las tiendas mientras otros recogían leña por la zona capitaneados por el estudiante de ingeniero de montes Narcís.
A las nueve ya ardía un fabuloso fuego y estábamos todos a su alrededor dando buena cuenta de las aceitunas y vino de aperitivo. Le sucedieron a continuación los bocadillos, tortillas, avellanas y fruta. Encontramos a faltar una sopa pero nos propusimos que en la próxima excursión ya no fallaría. La tertulia se alargó hasta la una principalmente porque se acabó la leña y el vino. Se decidieron a hacer un vivac Juan y José Carlos mientras los demás nos distribuimos entre las dos tiendas.
Tardó poco a entrar Juan en la tienda tiritando de frío y nos dice que José Carlos está durmiendo muy agusto. Le hicimos sitio y nos durmimos todos.

Por la mañana nos despertó un caballo y los pitidos de Narcís. Quería ahuyentar al animal con un reclamo de cercetas. Eso sí, con el horroroso silbato nos dejó la zona despejada. El caballo marchó seguramente aterrorizado y por allí no apareció absolutamente ninguna cerceta ni macho ni hembra por lo que todavía hoy no sé qué aspecto debe tener este presunto bello pájaro. Todo estaba encapotado.
El ánimo decaído. Pero Narcís y Roberto nos sacaron de las tiendas hacia las siete. Hacía mucho frío. Recogimos las tiendas y empezamos la excursión. Ya desayunaremos más tarde. Cuando pudiéramos parar en un río que le diera algo el Sol.

El valle estaba precioso. Cuerda Larga a la izquierda y completamente cubierta por la nieve. Al fondo del valle estaba la Bola del Mundo reconocible por su repetidor de televisión. Detrás cerraba el valle Rascafría, El Paular y allá a lo lejos el pantano de Lozoya. Arriba hacia dónde nosotros nos dirijíamos estaba totalmente cubierto por la niebla. Sólo nos daba esperanza de mejora el fortísimo viento del Norte que hacía.

Los turnos para llevar las mochilas se fueron sucediendo y después de desayunar a las 12.15 llegamos a la primera cima de la travesía y, por consiguiente, a la cresta. Habíamos superado 920 metros de desnivel en unas tres horas y cuarto. La niebla lo cubría todo. El viento era muy fuerte. La nieve estaba muy blanda y nos hundíamos hasta la rodilla. Tratábamos de pisar, en todo instante, piedras o matas ya que lo preferíamos para evitar agotarnos inútilmente.
Siguiendo las pisadas del primero llegamos a la segunda cima del día que según el mapa se llama Nevero Alto (2139 m). Paramos para comer detrás de un pequeño muro que había y nos protegía del viento. El que estaba mejor estaba tiritando de frío, con los pies calados y las botas llenas de agua. Nos comimos todo lo que llevábamos. Estuvimos luego tomando el Sol para recuperar fuerzas. Antes de salir de la protección nos pertrechamos lo mejor que pudimos. Anoraks, ventisqueros, guantes, pasamontañas, polainas, plásticos, … ¡de todo! Unas fotos y a la carga otra vez. El Peñalara estaba muy distante todavía. Mientras estuvimos parados se despejó un poco y pudimos apreciar lo que nos quedaba.


Llegamos a la Laguna de los Pájaros pasadas las tres y como Miguel recuerda algo del verano pasado intuye que el mapa está equivocado y en realidad el Peñalara está detrás de todo el macizo que teníamos delante. Estamos todos cansados, muertos de frío y para colmo hay que atravesar una zona en la que el torb hace de las suyas. Echamos mano a los pasamontañas y a través de la nube de nieve intentaremos rodear el macizo sin perder altura. Es muy alentador ver como en estas circunstancias tan adversas todavía hay quienes se ofrecen por llevar las mochilas de los que parece que están más cansados conscientes de que ello implicará un mayor hundimiento relativo en la nieve. Recordemos que todos los componentes de la marcha éramos estudiantes a ingenieros y tenemos bastante dominado el tema de la fuerza por unidad de superfície, es decir, del concepto de presión. Avanzamos con mucha dificultad y a la hora larga divisábamos ya la Laguna Grande del Peñalara. Estábamos cerquísima del refugio aunque no lográbamos dar con él. Estudiamos la situación y decidimos perder altura y lanzarnos tumba abierta hacia una caseta que se veía allí a lo lejos.

José Carlos y Enrique decidieron hacerlo por la hierba y los demás por la pendiente de nieve. Juan dio varias volteretas debido a que el descenso se hacía con medio cuerpo hundido en la nieve polvorizada. Al llegar al llano, en el que se encontraba la caseta, Miguel quedó atrapado por el barro que formaba el riachuelo y con algo de habilidad y algún que otro susto pudo salir de la encerrona. No evitó, por ello, acabar de mojarse y ensuciarse medio cuerpo. Una vez en la caseta paramos para reagruparnos. ¿Qué sorpresa tendríamos todos al vernos? Pues que habíamos caído cinco en el mismo barrizal.
Estuvimos estudiando los horarios de los trenes. Eran las cinco y media. El último era a las nueve. Había que cojerlo como fuese. No sabíamos a dónde iba el camino aunque nos ofrecía cierta seguridad que hubiera pintadas en la caseta unas marcas con una franja blanca y roja. Miguel se puso en cabeza para marcar un ritmo rápido y a las seis ya divisábamos la estación de Cotos allá a lo lejos. A las seis y diez nos encontrábamos en el vestíbulo. Enrique se percata que ha perdido la cartera con la documentación y Miguel, muy seguro, le dice que ha vivido casos similares y que al final en todos ellos se acabó con la recuperación de la misma. A las seis y veinte salimos en dirección a Cercedilla. Media hora de espera en el transbordo y a las nueve menos cuarto entramos en Chamartín.


José Carlos acerca a Miguel a su casa con el coche ya que lleva todo el material colectivo de la excursión y a las diez todos estamos en la ducha. Nos volveremos a encontrar para ver las diapositivas.
© Miguel J. Pavón Besalú. Año 2.002.

 

 

Sobre la guerra de sexos

La teoría de los roles sexuales, de la que Gray es uno de sus máximos exponentes, afirma que los hombres son muy diferentes de las mujeres por naturaleza y que el género constituye la esencia de la identidad de una persona. Sus críticos encuentran a Gray especialmente insidioso ya que no presenta nunca su visión como una teoría sino, sencillamente, dice que así están las cosas (hecho biológico). El fin último de Gray, consciente e inconscientemente, es hacer que las mujeres se sientan mejor respecto a su rol subordinado en una cultura de hegemonía masculina.
Ideas principales de Gray:
dot La llave de oro para unas mejores relaciones está en la aceptación de las diferencias.
dot Una mujer tiene como fin el de mejorar a un hombre mientras que un hombre sólo quiere ser aceptado. Los consejos no requeridos de ellas nunca son bien recibidos y suelen ser interpretados como críticas negativas. Los hombres le dan mucha importancia a su propia competencia y si no logran resolver los problemas sienten que están perdiendo el tiempo. A las mujeres, por el contrario, les gusta hablar de los problemas, incluso si no hay solución a la vista, porque eso les brinda la posibilidad importantísima de expresar sus sentimientos.
dot Las mujeres son como olas suben hasta la cresta, luego caen en la depresión y de nuevo vuelven a subir. Los hombres deben de saber que es en las depresiones cuando las mujeres los necesitan más. Para sentirse motivado un hombre tiene que sentirse necesario mientras que una mujer necesita sentirse querida.
dot Los hombres pasan de la necesidad de cariño a la necesidad de espacio. Los hombres se esconden en su cueva no por una decisión consciente sino por instinto.
dot Las discusiones suelen resultar en sentimientos heridos por la forma en que se presenta un argumento más que por su contenido. Lo más irritante es el tono áspero. Los hombres no se dan cuenta de hasta qué punto sus comentarios hieren y provocan porque ellos se fijan en el contenido. La mayoría de las discusiones comienzan porque una mujer expresa una preocupación por algo y el hombre dice que no vale la pena preocuparse por eso. Esto le quita validez a ella que se enfada con él. Entonces él se enfurece porque le parece que ella se enfada con él sin motivo alguno. Él no se disculpará por algo que cree no haber hecho y de esta manera la discusión inicial puede prolongarse en el tiempo.
dot Los hombres discuten porque sienten que no se confía en ellos, que no se les admira ni alienta, que no se les habla con un todo de confianza y aceptación. Las mujeres discuten porque no se las escucha o no se sienten entre las prioridades más urgentes de su hombre.
Gray sugiere que en nuestra época histórica tenemos razón en esperar la máxima satisfacción en nuestra vida romántica. Sin embargo, nuestros cerebros y nuestros cuerpos, que han evolucionado durante milenios, requieren de los refinamientos de las diferencias sexuales para un mayor éxito de supervivencia. Tener la expectativa espléndida de una relación perfecta y al mismo tiempo ignorar incluso las diferencias más básicas entre los patrones de pensamiento del macho y de la hembra resulta ingenuo y suele provocar que invitemos estúpidamente a un saboteador a bordo del barco del amor.
John GRAY en «Los hombres son de Marte, las mujeres de Venus».

 

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Un esport conceptual?

Fa poques hores que he conegut a una noia. Estem sentats els dos en un bar xerrant. Com sempre, jo me proposo retardar al màxim dir que practico l’alpinisme. Tambè com sempre, no puc aguantar més i acabo deixant anar el tema. Tot i això, ha estat un rècord; dos hores i un quart sense dir-ho: tot un èxit. Però ja hi som …
– I … no tens por?
– I … moriràs algun cop?
– Què hi trobes allí?
En fi. Les qüestions són conegudes. El que ja no és tan conegut són les respostes. Sense cap dubte, aquestes seràn diferents segons ens trobem a un o altre persona. I seràn diferents perquè és una cosa que cada muntanyer la porta dintre seu, un constitutiu del caràcter del subjecte, la seva manera de veure la vida i l’enfrontament amb el món real (la societat). Quelcom que es viu costa explicar-la amb paraules.
En els anys que fa que surto a la muntanya les meves respostes han tractat de respondre totes les preguntes possibles normalment utilitzant aquests cinc criteris bàsics.
Perquè vas a la muntanya?
Primer. Per una simple afició.
Aquest és molt evident. Hi ha gent que li agrada coleccionar segells, estudiar, xutar una pilota, dir tonteries a la televisió i …. com no !!!! caminar, esquiar i escalar muntanyes. Els fets vistos fredament són tots ben iguals. Inútils de cara a un hipotètic «rendiment». La muntanya sols és natural als massoquistes (des d’ara els anomenarè massoques). Ací només s’ha de copsar la relació utilitat-inutilitat. Enfront d’una persona que emplea el seu temps en una cosa que no és ben vista per la gent; quep, si volem acabar aviat la discussió, mencionar la paraula llibertad. Tothom fa el que vol perquè li agrada fer-ho. Cal apendre a respectar la llibertat de tots els altres si volem que sigui respectada la nostra.
Segon. Per un interès científic.
Fa uns quans anys sentiem noms de científics-muntanyers. Qui anava pels indrets alpins eren els intelectuals que cercaven dades experimentals que recolcesin les seves hipòtesis. Ara en veurem pocs o cap d’aquests. El camp no és tencat i encara serà sotmès a moltes persquises de nova gent. El problema, no radica en els practicants de l’alpinisme, correspon a una disciplina que s’anomena geografia, ara passa per uns mals moments, que no troba la identitat adeqüada entre les altres ciències que l’envolten i que tracten d’engolir-la.
Si mirem les revistes especialitzades, els grups que fan les seves primeres expedidions a terres llunyanes sempre li posen el títol d’expedició científico-alpina a …; i, és una llàstima que qüasi sempre, a la tornada, estigui oblidat el primer mot de «científica» (la raó és simple: una major oportunitat per aconseguir subvencions). O, encara pitjor, amb l’excusa d’anar a fer ciència es podrà fer muntanya a llocs poc usuals.
Tercer. Per combatre les depresions.
Això no sabrè explicar-ho bé. Es intentarà. Aviam com queda amb una comparació … Si jo miro la meva vida en retrospectiva per un cantó i la comparo amb la meva llista de sortides hi ha una coincidència extraordinària: en els moments que he tingut més problemes a nivell intelectual, no material, faig les ascensions de dificultats tècniques més altes. Segueixo amb el símil. Una persona que viu en una metròpoli, i no practiqui la muntanya o simplement no tingui una ilusió per res concret, té la sortida natural, davant el mateix cas, en el consum de drogues (per posar un exemple actual). La muntanya dona d’una forma sana resposta al problema de resoldre les preocupacions. Cal tenir cura en aquests casos que la ment no domina totalment al cos. No sóc el primer que diu …. «en l’alpinisme els errors es paguen amb la mort». No existeix la possibilitat d’ensopegar dos cops a la mateixa pedra malauradament.
Quart. Per dialogar amb la muntanya.
Me deia un amic que la seva segona casa era la muntanya. És cert. El plaer d’estar un dia, o més, sencers sense parlar i sentir el silenci de la Natura és una sensació indescriptible. Hom, quan es comunica pot servir-se de les paraules. Si escoltem les coses, moltes vegades, veurem que no expresen realment el que volem dir en realitat. La parla no és el mitjà més perfecte per a que s’entengui la gent. Això fa que tinguem que comunicar-nos d’altres maneres. Una d’elles és amb el pensament. Entre les persones que existeix una verdadera amistat és factible. Amb la muntanya, com no pot parlar, nomès tenim aquesta possibilitat. La gent que ha sortit molt al món de la pedra i el glaç sol sentir aquesta conversa.
Espero donar més llum per compendre al personal que li agrada la modalitat de l’escalada en solitari. Són persones que valoren aquest darrer punt més que els altres o és que són uns penjats.
Cinquè. Per estar amb els amics.
¡Al loro colega! Tranqui tiu! Quin llarg més alucinant. Reunió. Daguti. Topi! Ja pots venir …. Moltes vegades tot són frases fetes i fins i tot incomprensibles. Una conversació tècnica potser. Altres vegades vora el foc abans de la sortida o en un vivac durant un dia de mal temps. Hom pot parlar amb el seu company o amic de temes més interessants fins i tot.
L’amistat que surt entre els homes, a mida que passa el temps, va consolidant-se i pot arribar a uns extrems insospitats: són moltes hores compartides. Moments bons i dolents junts. Tot, és clar, depèn dels individus implicats. Però en la majoria dels cassos passa això.
És curiós observar com els muntanyers tenen un denominador comú en els trets fonamentals del seu caràcter. Potser discrepin entre ells en temes com: estudis, religió, política, preferències, …. etc. però hi ha aquest anomenat denominador comú. És independent de les característiques pròpies de les persones determinades i uneix d’alguna manera els sers practicants d’aquest esport. Un exemple típic d’això el trobem en les situacions precàries: sempre trobem una mà amiga, en principi, desconeguda per nosaltres que ens ajudarà.
Recordo ara unes estrofes d’una poesia que vaig rebre d’un amic, en Joan Fort, i que resumeix aquest pensament, diu així ….
Els qui la corda els ha unit
les distàncies no els separen,
fa sempre amb ells el camí
la llum dels cims que pujaren,
car el seu etern destí
és superar el que lograren.
Ja és de dia. La nit s’acaba. Ens fan fora del bar. Pendrem un esmorzar a un lloc que el fan bó i econòmic per les butxaques malmeses. Farà bon dia. Si estiguès en un refugi seria hora de començar a caminar. Quan estiguem ben farts aquest cop anirem cap al llit a dormir. Un altre vegada serà. Hi ha temps per a tot !!!!!
NAMASTÉ !!!!!!!!
Text escrit en l’any 1985.