Provocar lo temido

En cierta ocasión, me encontraba con mis hijos en una pista de esquí, en el sur de Argentina. Viene a mi memoria la extensión nevada, la claridad de ese día y un pequeño pino perdido en la vastedad. De pronto fijé mi atención en un esquiador que se deslizaba temeroso, con visible impericia para el deporte. Advertí que su mirada no podía dejar de reflejar con nitidez ese pequeño y solitario árbol, y supe de inmediato que, en su deslizamiento, embestiría directamente contra ese obstáculo. Sin embargo, la práctica del razonamiento me desvió de esa certeza. Entonces pensé: «Se requeriría de una destreza extraordinaria y de un agudo sentido de la dirección para poder coordinar perfectamente la trayectoria con el objeto contra el que embestir. Definitivamente imposible.» Pero la realidad supera toda espectativa lógica. El hecho es que, contrariamente a todo lo pensado, el esquiador se dirigió directamente al pino en cuestión. Y se estrelló.
Claudia NOSEDA, en «Antiestrategias».

 

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Conciencia o inconsciencia ????

«No estamos centrados. A veces nos sentimos centrados, pero son momentos en los que una situación nos hace conscientes. Si de pronto se produce una situación muy peligrosa, empezarás a sentir un centro dentro de tí, porque cuando estás en peligro te vuelves consciente. Si alguien va a matarte, en ese momento no puedes pensar; en ese momento no puedes seguir inconsciente. Toda tu energía está centrada, y ese momento se vuelve sólido. No puedes moverte hacia el pasado, no puedes moverte hacia el futuro …. este momento concreto se convierte en todo. Y entonces no solo eres consciente del asesino, sino que te haces consciente de tí mismo, el que va a ser asesinado. En ese sutil momento empiezas a sentir un centro en tu interior.
Por eso los deportes peligrosos tienen su atractivo. Pregúntale a alguien que haya subido a la cima del Gourishankar, del monte Everest. Cuando Hillary llegó allí por primera vez, debió de sentir de repente un centro. Y cuando alguien llegó por primera vez a la Luna, debió de experimentar una repentina sensación de centro. Por eso el peligro tiene su atractivo. Vas conduciendo un coche, cada vez a más velocidad, hasta que la velocidad se convierte en peligrosa. Entonces no puedes pensar; los pensamientos cesan. Entonces no puedes soñar. Entonces no puedes imaginar. Entonces el presente se vuelve sólido. En ese momento peligroso, cuando la muerte es posible a cada instante, te haces súbitamente consciente de un centro en tu interior. El peligro tiene atractivo únicamente porque en algunas situaciones peligrosas te sientes centrado.»
OSHO en «Conciencia, la clave para vivir en equilibrio».