Hace años leí el Tratado de amistad de Cicerón. Y recuerdo que hablaba de tres grados.
El primer grado de amistad es el que se establece con quien te conviene llevarte bien: un taxista, el vecino de la plaza de garaje o tu jefe.
El segundo grado de amistad es el que se tiene con alguien por el beneficio que obtienes de esa relación: el amigo que te hace sentir bien, el amigo que te ayuda, el que te consuela o con el que te diviertes.
Y el tercer grado es el que se alcanza cuando se quiere a alguien con independencia del «beneficio» que se obtiene de esa amistad. Es un grado de amor puro y desinteresado, en el que no se espera nada a cambio, sino que se quiera a la otra persona por lo que es y tal como es, sin condiciones, y se le desea lo mejor, en el mejor de los sentidos.
«Los próximos 30 años» por Álvaro GONZÁLEZ-ALORDA.