Sentirse bien es la respuesta a la insatisfacción ante el tratamiento convencional de la depresión. Comenta que no existe ninguna prueba empírica que demuestre que el psicoanálisis cura las personas depresivas, de hecho, hace que el paciente se sienta, en general, como un perdedor. Burns llega a la conclusión de que la depresión provenía de una manera de pensar errónea. Los pensamientos negativos o incorrectos atrapan a las personas en una espiral de síntomas depresivos que, a su vez, tienden a agravar su estado de salud. Esta idea marcó la base de la terapia cognitiva que hace que los pacientes salgan ellos mismos de su depresión rechazando sus propios pensamientos hasta que consiguen dejar de percibirse a sí mismos de manera tan deformada.
El concepto depresión.
A lo largo de la historia de la psiquiatría la depresión ha sido considerada como un desorden emocional. La opinión cognitiva es que un error intelectual crea o empeora la enfermedad depresiva. La depresión es una enfermedad que no tenemos porqué padecer. Los pensamientos negativos tienen un efecto de bola de nieve. Cuando alguien está depresivo su inutilidad le parece la única verdad existente y esto se traduce en un sentimiento de derrotismo, defectuosidad, abandono y desgracia. Cuando se piensa con claridad y con perspectiva es imposible no tener un nivel sano de autoestima y confianza en uno mismo. Burns muestra la diferencia que hay entre la auténtica tristeza y la depresión. La primera es inherente al ser humano, aumenta nuestra experiencia y nos aporta autoconocimiento. La segunda nos asfixia porque nos ciega y nos impide ver las posibilidades que nos brinda la vida.
Las emociones no son hechos.
Tenemos tendencia a creer que nuestras emociones reflejan una verdad evidente de por sí incuestionable. Las emociones nos engañan haciéndonos creer que son verdaderas y que la mala opinión que tenemos de nosotros mismos o de nuestras capacidades sea algo incuestionable. Puede que algún aspecto de nuestra conducta no sea correcto pero no tiene lógicamente ningún sentido juzgar nuestra conducta y ampliar ese juicio a toda nuestra persona.
¿Cómo desarrollar un coeficiente de irritabilidad bajo?
Las dos maneras más habituales de manejar el enojo y la irritabilidad son dirigir el enojo hacia dentro minándonos interiormente y provocándonos depresión y apatía o bien expresarlos, o sea, soltarlo todo hacia fuera. Expresarlo todo puede ser eficaz a veces, es simplista, y puede incluso acarrear problemas. Aunque te ocurra algo objetivamente muy malo todavía deberías ser capaz de elegir tu respuesta en vez de ser cautivo de reacciones automáticas o incontrolables. Si estás enojado es porque has elegido estarlo. Controlar el miedo a ser criticado y ser capaz de contestar con serenidad y sin ponerse a la defensiva son habilidades que tienen un increíble impacto en la percepción de uno mismo. La crítica puede ser justa o injusta y estar en un punto medio entre dos extremos. Sé específico, incluso cuando la crítica ha sido muy dura y personal. Esto te permitirá descubrir la verdad que pueda haber en lo que te han dicho, brindándote la ocasión de rectificar tu conducta, o bien descubrir que la persona te critica porque está dominada por la cólera con lo cual sabrás que su actitud era la expresión de su propia frustación mas que una verdadera crítica hacia tí. En ambos casos no necesitas reaccionar con emociones negativas. Puedes aprovechar la crítica o rechazarla y seguir como siempre. Además, con esa actitud le quitarás a la crítica toda su rabia. Gran parte de la ira es una defensa ante la pérdida de autoestima. Sin embargo, si aprendes a controlar tus sentimientos de ira, tu autoestima se mantendrá inalterable ya que dejarás de convertir toda situación en una situación emocional.
David D. BURNS en «Sentirse bien: una nueva fórmula contra las depresiones».