Repercusiones del primer intento al Mont Blanc

Lo que me escribe Robert el 12 de agosto de 1982.
«No puedo evitarlo pero pienso muy amenudo en el Mont Blanc y me parece que todavía no lo tengo asimilado. De las diapositivas me han salido sólo cinco de las que sólo tres son aceptables (un primer plano tuyo, uno de mío y otra de la Aiguille de Bionassay) por lo que espero que las tuyas hayan salido bien. Después de esto me cuesta mucho la inactividad. Tengo muchas ganas de regresar a la montaña para ir superando etapas y probar cada vez cosas más difíciles …» (…) » … tengo una gran curiosidad de saber si seré capaz de hacer una pared, de resistir, sobre todo, el esfuerzo psicológico. No sé.» (…)
Lo que me escribe Luiso el 12 de agosto de 1982.
«¿Qué tal andas? Yo aquí perfectamente en Cazorla pasándomelo BESTIAL y durmiendo «estilo algeciras» con el consiguiente enfado de los mayores. Te escribo a la 1.26 de la madrugada pues estamos esperando que se acuesten todos para irnos a bañar a la piscina. La carta la echaré mañana o pasado mañana. ¡¡¡¡¡Mamón, nada menos que al Mont Blanc!!!!!, hombre esas cosas se avisan. Cuando me lo contó Pedro creí que era un bolo pero al final ¡¡¡joe!!! Lo que no me gustó al contármelo fue lo de la bandera catalana, oye, muy mal. Te habrás enterado de cómo nos fue el campamento ¿no?, de lo más cojo … ¡perdón! bestial, que se puede imaginar uno. Efectivamente el club arrasa, arrasó y arrasará. ¿Te lo estás pasando «dalucine» o «pelotero» (expresión propia de Miguel Pavón) allí? Me imagino que sí. Pero sobre todo haz sufrir a Pedro (mi hermano) todo lo que puedas que le conviene. Aquí «pelotero» (expresión propia de Miguel Pavón) es poco. «Superpelotero» (expresión propia de Miguel Pavón) sería la palabra indicada pues aparte de bañarnos, tirar petardos, «estudiar …» hacemos buenas y potentes excursiones.» (…)
Lo que me escribe Chema el 13 de agosto de 1982.

(…)

«Oye, por fin ya sabes si vas a Barcelona o te quedas en Madrid. ¿Podremos hacer excursiones tan bestiales como las del año pasado? Si no es así, da igual, también las podremos hacer en los Pirineos pero nada de subir al Mont Blanc que no somos tan brutos como tú.» (…) «Allí me imagino que haceis excursiones, aunque repito, nada referente al Mont Blanc. Pero supongo que en potencia, que son las que más molan, vas con mucha gente a sitios alucinantes. Por cierto, ya tenemos que hablar tú y yo respecto a una excursión a la sierra de Cazorla que es lo más alucinante que hemos visto hasta ahora. Aunque en verano hace mucho calor en invierno hay nieve y siempre agua por tubos. Al menos es lo que he visto en una postal. ¡Vaaaale! también he tomado buena nota de los bares y sitios para ir a ver.» (…) Bueno me despido con aquel chiste que dice … va Miguel Pavón y sube al Mont Blanc y se muere … conclusión no subas al Mont Blanc y si lo subes no hagas el indio
© Miquel J. Pavón i Besalú. Año 2.002.

Campamento Taga XV: agua constantemente (y II)

Una excursión realizada el 20 de julio de 1978.
Miércoles día 19 de julio de 1.978.
Como es natural después del esfuerzo de ayer [verlo en la crónica de la excursión del Aneto por Coronas] nos levantamos tarde a eso de las diez con un precioso día por delante. Una vez desayunados es importante la tarea de reparar las tiendas, de la cocina, ir a buscar leña, lavar los platos, enderezar el mástil y cualquier otra actividad que pueda empezar con la erre o con cualquier otra pero que nos producen una satisfacción especial. Y para no acabar con la tónica impuesta por la erre recibimos numerosas visitas internacionales de alemanes, ingleses y yugoslavos que van todos buscando la «estrada» o «camino internacional» o como sea que va al Hospital de Benasque y alguna que otra más familiar como es la de nuestro amigo Pito G. que por lo visto no ha perdido la locura de subir montañas y se ha acordado de visitar nuestro campamento que ya lleva 15 años de vida. Después del café para pasar el rato nos embarcamos a explicar aventuras de miedo psicológico preparado, de escalada del Braxman y chistes dodecafónicos del Pedro P.
Jueves día 20 de julio de 1.978.
Nos levantamos a las cinco. Hace un viento fresco y sano. Nos equipamos debidamente y emprendemos el camino hacia el Hospital unos a pie por la carretera asfaltada en algunos tramos y otros en coche por la pista de Los Baños. La cascada de Remuñe sigue presidiendo el valle homónimo y todo el valle del Ésera mensajero insaciable de la virginal frescura de las cumbres. Unos sombreros de vapor matinal, ahora que los sombreros ya sólo los llevan los mexicanos y de vapor (al menos lo parece) son los vestidos de moda de este año, cubren los pequeños estanques del llano de este mismo nombre difuminando amablemente por el polvo inmerecido causado por nuestros vehículos al cruzar este bello paraje. Los coches los dejamos delante de una puerta que pone con letras muy grandes prohibido aparcar a las siete menos cuarto. En el complejo refugístico de La Renclusa encontramos unos perros con unos ladridos afónicos y un hombre grande con igual afonía que dice «Anetu?» y que nosotros afortunadamente le podemos contestar con un clarito «Alba».
Empezamos a pisar la nieve a los 2200 metros. Los ibones de Paderna duermen en paz a la sombra del espigado y pétreo pico que lleva su nombre. El fuet, el queso y la leche nos ponen en condiciones de superar con el sudor que el día prevee la dura subida que vamos a emprender. Superando la depresión en la que estamos inmersos un espectáculo alucinante de nieblas tranquilas aparecen tras el Puerto de Benasque. El camino que lo sube en unas ingeniosas curvas y el glaciar de la Maladeta nos dejan maravillados. Mientras saltamos por el canchal y Jaume C. (mi profesor de gimnasia) se entretiene a perseguir perdices nivales (tiene la «pájara»), aunque no se atreven a levantar el vuelo, PK va sufriendo por los cinco que hoy han decidido subir al Puerto de Benasque.
El acceso a la cresta norte del Pico de Alba por el glaciar se presenta muy empinado y no muy claro debido a la presencia de una rimaya. Por eso hacemos reunión en unas piedras, comemos un poco y sale una primera avanzadilla de dos personas a inspeccionar la vía a seguir. Cuando llegan a una ancha brecha que forma la cresta avisan que suba una cordada de cuatro con crampones. Una vez en la cresta y superada una corta subida de piedras sueltas que hay después de la nieve el grupo se desata y va flanqueando por el lado oeste de la cresta cogiéndose en las piedras más seguras y animando a un PK que está afectado por otro «mal de muntanya» que le produce amnesia. Siguiendo con la tónica de encuentros fortuitos Robert se encuentra con un cordino dejado por algún aficionado a los rápeles. El altímetro del Gerald va dando cifras bastante razonables pero que según como se mire pueden dar falsas esperanzas como es el caso de que marca un 30 queriendo decir 3030 y algunos lo interpretan como que faltan 30 metros para la cumbre. Una canal de piedras bastante seguras y grandes nos conduce de nuevo a la cresta y a partir de aquí ésta ya no presenta grandes dificultades hasta la cumbre. Llegamos a la una.
Un trago corto, unas fotos, las nieblas inamovibles de la zona francesa, los tres compañeros que han llegado hasta el final del glaciar, la cresta afilada y clapeada de nieve, la nieve hasta el pie del Diente de Alba y las Maladetas, el Posets difuminado por las nubes, las cabezas pétreas peladas y colgadas de los temibles Crabioules, Maupás y Boom, las paredes claras y lisas de la Aguja Blanca y los Ibones de Alba y de Villamuerta perdidos y casi ignorados en medio de tanto monte tresmilero.
La bajada no tiene más alicientes que los propios del piolet ramage y otros estilos más espectaculares y desafortunados pero que son entretenidos y hasta algo amables para el que se lo ve de lejos. En La Renclusa unas mulas poco simpáticas nos miran con una cara de extrañeza que las vacas nunca la pondrían y unas cervezas a diez duros nos hacen rascar un bolsillo bastante roto. La bajada hasta el refugio la liquidamos en hora y media y el trozo que nos falta hasta los coches se ve amenizada por las nieblas tranquilizadoras que se dejan caer calmosas por el lado español del Puerto de Benasque. Después la luz roja de la gasolina mantiene intrigados a los ocupantes del 127 y al final hasta Alfonso nos tiene que dar un golpe con el pie. Las dos expediciones llegan al campamento a la misma hora y nos encontramos con la agradable sorpresa de que los tres que se han quedado han tenido la amabilidad de ordenarlo todo, lavar los platos e incluso nos han preparado la comida. El baño, la comida y un pródigo partido de fútbol en goles nos ponen a tono.
El fuego nocturno tiene una primera parte muy emotiva de despedida a Gerald con vino, la dedicatoria de Pedro P. con un canto de «cuando un amigo se va» y unas poesías montañeras de este chico que se cansa tanto subiendo a las montañas pero que siempre quiere regresar. Y una segunda con relatos de excursiones pasadas y próximas junto con la trágica notícia de la muerte de uno de nuestros vecinos corazonistas en un accidente ocurrido hoy en la montaña.
© Joan Fort i Olivella y traducido al castellano por Miquel J. Pavón i Besalú. Año 2.002.

La filosofía de la intrepidez

Existen diferentes tipos de miedo pero uno es el asesino: la creencia sencilla pero todopoderosa de que no serás capaz de llevar algo a cabo. El trabajo básico que hay que hacer es llegar a tener la certeza de que podrás manejar cualquier cosa que se te venga encima por buena o mala que sea. Jeffers afirma que el miedo no es un problema psicológico sino un problema de educación. Tienes que reeducarte a tí mismo para aceptar que el miedo es una parte necesaria del conocimiento y luego seguir adelante. No llega a decir que puedes controlar tu mundo por completo. Las cosas ocurren por sus propias razones. La llave para que el temor no nos aplaste está en reafirmar lo que hay. Esto no se aplica solamente a cosas pequeñas sino también a otras más significativas como el dolor. El pensamiento positivo no hace que el dolor desaparezca pero si lo integra como parte de tu universo sin negarle su derecho a existir verás que pierde casi todo su espanto. A lo largo de nuestra vida se nos repite que asumamos nuestras responsabilidades. La manera de entender la responsabilidad, según el autor, se parece más al ideal de confianza en uno mismo que ser responsable de cómo interpretamos las experiencias de nuestras vidas.
El pensamiento positivo está bien pero no refleja la realidad. Lo que es realista depende de nosotros y de cómo moldeamos nuestros pensamientos. Una mentalidad positiva no te salvará de las malas noticias pero puede que tu reacción sí varíe. La llave del pensamiento positivo es que hay que practicarlo todo el rato. Aconseja rodearte de todo lo que te inspire positivamente y afirma que el efecto será mayor de lo que te esperas tanto para tí como para el mundo que te rodea. La positividad que irás creando pronto empezará a parecerse más a como las cosas deberían ser que a tu antigua manera de ser. De si algo puedes estar bien seguro es que todo lo que hay en tu mente inconsciente encontrará una manera de manifestarse en la vida real. Resulta crucial que tomes el control sobre tus impulsos mentales a todos los niveles. Una manera importante de generar cambios y superar el miedo que, además, no requiere mucho esfuerzo ni mucha valentía consiste en hacer afirmaciones. Las define como declaraciones positivas que afirman que algo está ocurriendo ya. Tiene que ser positiva y también expresada en tiempo presente.  Ni siquiera tienes que creerte las afirmaciones para que funcionen siempre que se conviertan en un mantra.
Algunas ideas interesantes del libro son:
dot Siempre tenemos tiempo y mucho. La mayor trampa a lo largo de la vida es la impaciencia.
dot Cómo tomar decisiones ganadoras: dejar de creer que solo hay una manera correcta y una errónea de hacer las cosas.
dot No temas nunca a los errores. Tu éxito está en haberlo intentado.
dot Sobre el miedo al compromiso en las relaciones tenemos que comprender que nos estamos comprometiendo con una persona y con su evolución y bienestar y no a una relación necesariamente inflexible y perenne.
«Atravesar el miedo es menos aterrador que vivir con el miedo subyacente que nos viene de un sentimiento de desamparo».
Con esta cita nos viene a decir que aquellos que no arriesgan nunca irónicamente viven todo el rato con el pánico a que algo les salga mal. Estas personas buscan ante todo la seguridad pero el efecto de ello es la inseguridad crónica. En realidad es más fácil probar cosas nuevas. La decisión de incorporar más desafíos a tu vida trae un sentimiento de seguridad ya que te aporta la certeza de que puedes enfrentarte a cualquier cosa.
Susan JEFFERS en «Aunque tengas miedo, hágalo igual».

 

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