Provocar lo temido

En cierta ocasión, me encontraba con mis hijos en una pista de esquí, en el sur de Argentina. Viene a mi memoria la extensión nevada, la claridad de ese día y un pequeño pino perdido en la vastedad. De pronto fijé mi atención en un esquiador que se deslizaba temeroso, con visible impericia para el deporte. Advertí que su mirada no podía dejar de reflejar con nitidez ese pequeño y solitario árbol, y supe de inmediato que, en su deslizamiento, embestiría directamente contra ese obstáculo. Sin embargo, la práctica del razonamiento me desvió de esa certeza. Entonces pensé: «Se requeriría de una destreza extraordinaria y de un agudo sentido de la dirección para poder coordinar perfectamente la trayectoria con el objeto contra el que embestir. Definitivamente imposible.» Pero la realidad supera toda espectativa lógica. El hecho es que, contrariamente a todo lo pensado, el esquiador se dirigió directamente al pino en cuestión. Y se estrelló.
Claudia NOSEDA, en «Antiestrategias».

 

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El poder de la perseverancia ….

«Cuando yo era pequeña y vivía en Hong Kong, era habitual oír la fábula del Anciano y la Montaña. Es una historia sobre el valor de ceñirse a una misión.
En una pequeña aldea de China, un anciano y su familia vivían en una casita que daba a una enorme montaña. Su familia había vivido allí durante generaciones. El pueblo experimentaba con frecuencia temporadas de sequía y escasez porque la montaña impedía que la lluvia y el Sol llegaran a sus tierras. Un día, el anciano decidió que ya no podía vivir con esa montaña y la amenaza constante de pasar hambre. No quería que eso fuera un problema. Quería asegurarse de que su familia no sufriera escasez y hambre por falta de alimentos.
De modo que el anciano empezó a trabajar. Todos los días viajaba con sus cestos hasta el pie de la montaña, los llenaba de polvo y suciedad, recorría el pequeño sendero hasta el claro que había detrás de su casa, y vaciaba el cesto. Era una tarea ardua, calurosa y extenuante, pero cuando se comprometió con ella la llevaba a cabo al cien por cien. Su familia le ayudó. Todos los días, después de acabar su trabajo en los campos, llenaban sus cestos de la tierra de la montaña, y la llevaban hasta detrás de su casita, donde la vaciaban a diario.
Poco después, los vecinos del pueblo se dieron cuenta de lo que estaban haciendo y acudieron en su ayuda. No escatimaron en palabras: ‘¡Estás loco!’, le decían. ‘Esta montaña es enorme. Necesitarás varias vidas para moverla’. El anciano asintió con la cabeza. ‘Es cierto, no veré cómo cambia de sitio en esta vida, y mis hijos y nietos tampoco. Pero algún día, mi familia habrá conseguido dejar la montaña tras de sí.’
La moraleja de esta historia es que, si la causa merece la pena, compensa llevarla a cabo. Los desafíos no deberían detenerte. Céntrate en tu objetivo y algún día recibirás tu recompensa. No desistas y trabaja al máximo de tus posibilidades. Alcanzarás tu sueño.»
Marilyn TAM en «Cómo utilizar lo que tienes para conseguir lo que quieres».

 

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