¿Cómo lo hago Santiago? porque …. vaya tela es ir a Compostela !!!!

ESTA CRÓNICA RELATA LOS HECHOS ACAESCIDOS A DOS PEREGRINOS QUE TUVIERON LA PEREGRINA IDEA DE PEREGRINAR JUNTO CON OTROS MILES DE PEREGRINOS MÁS LO IMPEREGRINABLE: EL CAMINO DE PEREGRINACIÓN A SANTIAGO DE COMPOSTELA.
Relato de Néstor Pavón Cercas. Año 2010.

 

 
Día: 19 de agosto del 2010. Campo (Huesca) – Ponferrada (León). Tiempo: 10 horas. Link complementario.
Salimos de Campo y fuimos en la furgo hasta Ponferrada. De Ponferrada a Santiago de Compostela andamos unos 220 kilómetros aproximadamente. Después de estar todo el día en el coche llegamos a una gasolinera y compramos algo de comida. Paramos en un pueblo de la carretera y buscamos un sitio para sentarnos y cenar lo comprado. Después mi padre montó la cama y me puse a dormir. Él mientras conducía yo dormia :). Llegamos ya muy tarde a Ponferrada y durmimos en la furgo en el aparcamiento de un hotel que hay en la misma entrada de la población.

 

Día: 20 de agosto de 2010.  Ponferrada – Villafranca del Bierzo. Tiempo: 6 horas. Link complementario.
Hoy mientras yo dormía mi padre condujo hasta la estación de autobuses. Preparamos las mochilas, pero estuvimos un rato discutiendo sobre los objetos que había que llevar en ellas. Era porque pesaban mucho y había que reducir el peso ….
Buscamos un bar para desayunar. Pedimos unos bocadillos de tortilla y que nos hicieran el pan con tomate (porque fuera de Cataluña no saben hacerlo). Nos dijeron que no tenían tomate. Van y nos traen los bocadillos de tortilla con mantequilla y queso del caserío. Muy amables nos pusieron el sello de su bar en mi libreta del viaje y nos desearon una buena peregrinación. Al salir y nos preguntamos …. ¿Y ahora pa dónde? Buscamos a un poli. Nos encontramos una poli que nos indicó un camino. Luego, al poco rato, nos encontramos otro que nos dijo algo completamente distinto. Este último, eso sí, nos indicó el camino entero. Fuaaaa, nos oxidamos allí escuchándolo. Al cabo de un buen rato de andar vimos una indicación y ya nos incorporamos al camino de verdad.
Pronto, en un parque, vimos a un chico de unos 20 años y en la mochila llevaba una guitarra. vaya ganas de llevar peso. También vimos una familia con un cochecito y todo. Incluso un perro perdido nos siguió hasta el albergue. Como mi padre iba lento me adelanté un poco pero me salté un desvío. Resulta que el camino normal pasaba por arriba de una montaña y nosotros le dimos la vuelta sin tener que subirla.
En el albergue conocimos gente que llevaban ya unos 2500 y 3000 km en bici desde su casa de Italia. Nos preguntaron cuántos kilómetros habíamos hecho y les dijimos: «hoy es el primer día», y el italiano con cara de asombro dice …. «¿hoy primer día? FIESTAAAA !!!» fue muy bueno y nos reímos toda la mesa.
A la hora de dormir tuvimos a un tío que se puso a chillar como si se fuera a morir. Entonces, aparece el de la guitarra y se puso a tocar. Los del albergue les dijeron que se callasen todos que había gente que mañana había que madrugar …..
Día: 21 de agosto de 2010. Villafranca del Bierzo – Vega de Valcarce. Tiempo: 6 horas. Link complementario.



Me despertó mi amigo el chillón a las 6. Empezamos a andar a las 7:30. Con la calorada que nos dimos ayer por empezar a andar muy tarde aprendimos que teníamos que madrugar si no queremos quedar asados en el camino. Nos adelantaron dos chicos y uno de ellos llevaba una guitarra. Madre mía !!!!! con las guitarras …. Mientras andaba los coches me pitaban y no era para reñirme sino para animarme. También nos dicen todos …. «Buen camino peregrino» y mola mogollón porque te sube el ánimo al infinito.
Al pasar por el pueblo de Pereje en la ermita había un abuelo que iba chillando a los peregrinos para que la vieran y ponerles el sello.
Cómo estábamos hambrientos entramos en un bar y pedimos unos bocadillos de tortilla española (o sea sé …. de patatas). Allí te hacen unos bocadillos que hacen 8 centímetros de alto x 10 de ancho. Eso no hay quien sea capaz de abrir la boca para pegarle un buen bocado y se lo termine.
Llegamos al albergue y ZZZZZ … durante 3 horas. En el albergue había un peregrino coreano de 22 años que iba solo. Como él sólo sabía inglés tuvimos que repasar nuestros conocimientos de dicha lengua. Como vio que dominábamos bastante nos pidió si le queríamos hacerle de traductor. Fuimos al bar y nos dijeron que teníamos que esperar para cenar el menú del peregrino y tuvimos que esperar a que fuera la hora. Mientras estuvimos hablando para hacer tiempo y hambre sobre el fútbol, las comidas, el Zara, … Entramos a cenar y seguimos hablando. Nos contó que en Korea no hacen siesta y que es: VERY INTERESTING LA SIESTA !!!!! Iba haciendo fotos a los platos que se iba comiendo. Fue muy divertido. Al pagar mi padre pagó la comida de los tres. El chico, que se llama Hun, se sorprendió mucho. Nos hicimos una foto los tres y nos intercambiamos los msn.
Día: 22 de agosto de 2010. Vega de Valcarce – Cebreiro. Tiempo: 6 horas. Link complementario.
Hun se fue muy tempreno. Mi padre y yo no porque nos fuimos a desayunar. El alberguista nos recomendó algunos albergues donde podíamos dormir bien sin mucha gente. Empezamos a andar con la salida del Sol. Subimos a Cebreiro que está en la frontera de Galícia. Es, quizás, la etapa más dura de todas porque hay que de subir una montaña muy muy alta. Lo hicimos con un cacho pan y un poco de jamón. Un señor se paró ha hablar con nosotros. Dijo que era la tercera vez que hacía el camino y que después de El Poio era todo bajada. Suerte que no me lo encontré porque lo mataría. Todo bajada ….. ¡Estuvimos todo un día subiendo! También nos dijo que a partir de Arzúa todo era muy feo. Al contrario …. fue de lo más bonito. Ese tío no había hecho nunca el camino …. fijo. Había uno que llevaba un piano colgado de la mochila. XD ¿Cómo pensáis que se puede llevar un piano colgado? ….. Era una tienda de aquellas que se montan solas.
Tuvimos que hacer cola para el albergue. Bueno ….. más que un albergue eso se parece más a un gallinero porque hay un mucho jaleo por las noches y muchos ronquidos. Vamos que se duerme poco. Conté las literas que había en la habitación ….. 26 literas de 2 personas ….. 26×2= 52 personas durmiendo en la misma habitación. Allí conocimos a un chico profesor de instituto de Barcelona que había hecho de Roncesvalles a Santiago y una vez en Santiago volver a Roncesvalles para luego ir otra vez de Roncesvalles a Santiago. De Roncesvalles a Santiago hay 737 kilómetros. 737×3 = 2211 kilómetros  ¡andando! Vaya colgado del camino. Y para acabar los cálculos éste era el noveno año que lo hacía !!!
Después de comer estuve ZZZZZ ….. la siesta (recordad es very interesting) 2 horas. En las duchas no había, ni habrá, puerta para la intimidad. Al terminar de cenar nos metimos en la cama y había un francés abriendo todas las ventanas ….. no os ni podeis imaginar a la temperatura a la que te sometes con 52 personas. Allí dentro seguro que alcanzamos los 40º y va muy en serio fue brutal. Claro por eso estaba abriendo las ventanas XD. Entonces el francés empieza a gritar: «Sacad los sacos del Himalaya que esta noche vamos a pasar mucho frío». Después continuó a grito pelado: «ESTA NOCHE VOY A DORMIR EN PELOTAS» con su típico acento de extranjero. Fue la monda. Con una sonrisa sarcástica, luego nos dijo: «Ya verás como está esto a las 4 de la mañana …..».


Día: 23 de agosto de 2010. Cebreiro – Tricastela. Tiempo: 7 horas. Link complementario.
A las 4 de la madrugada empieza el folklore. Unos ya estaban recogiendo para empezar a andar. Pero claro, a las 4 no hay luz y no se puede hacer la mochila a oscuras. La gente enciende una linterna que parece un faro de la playa. Ya ves ….. éstos dando linternazos a la peña y uno les grita: …. «prefiero que enciendas la luz antes de que me deis más linternazos» ….. Al final encendieron la luz. Terminaron las mochilas se fueron y cerraron la luz. A las 5 de nuevo más personas haciendo mochilas. Otra vez más de lo mismo. A las 6 se levanta un español, del final de la sala, la cruza entera abre las luces todo cabreado y dice gritando: «ARRIBA TODO EL MUNDO !!!!! ESTOY HASTA LOS COJONES DE LAS BOLSAS DE PLÁSTICO, DE LOS PALOS QUE SE CAEN, DE LOS LINTERNAZOS Y DE LAS MOCHILAS QUE NUNCA TERMINAIS DE HACER !!!!!». Toda la sala partiéndose el culo. Fue lo mejor del viaje.
Hoy toca subir dos puertos de montaña con un viento y un frío que te llevaban a Santiago en un flay. Encontramos una señora alemana que tres ciclistas le habían golpeado la pierna. Cada vez que pasaba uno le empezaba a reñir en alemán XD. Los ciclistas se regalaban de ella pero tal cual. Muy mal educados.
Llegamos a Tricastela y todos los albergues estaban llenos menos uno. Eso sí te cobraban el doble pero tenías dónde dormir. Luego fuimos a un bar y pedimos bocadillos de tortilla (que raro XD) le dijimos a la camarera que los queríamos el pan con tomate. Nos trajo los bocadillos con las tortillas y por encima de la tortilla un tomate a rodajas. Mi padre y yo regalándonos.
Día: 24 de agosto de 2010. Tricastela – Samos – Sarria. Tiempo: 9 horas y media. Link complementario.

Para desayunar teníamos unas galletas pero las tuvimos que tirar porque estaban incomibles. Ya nos ves sin comer, diluviando, … de Tricastela a Samos 11 kilómetros y los hicimos sin comer porque no encontramos nada abierto. Pero eso sí en Samos estaban todos los peregrinos desayunando.
Visitamos el monasterio, pero había una parte de él que costaba 3 euros visitarlo. Llega un extranjero y saca para pagar un billete de 50 euros. Y va el cura y le dice: «Los ricos no pueden entrar a la casa de Dios». Pero la verdad es que no tenía cambio de 50 euros XD.
Seguimos la travesía y nos encontramos un cruce. Había dos caminos y las señales una indicaba uno y la otra el otro. Cogimos el de la izquierda ….. si la etapa era de 19 kilómetros nosotros hicimos 26 km. Porque ese camino daba la vuelta entera a Galicía (irónicamente).
En el albergue de Sarria conocimos una alemana llamada Ana y un francés muy simpático cuyo nombre no me acuerdo.
Día: 25 de agosto de 2010. Sarria – Portomarín. Tiempo: 7 horas. Link complementario.
En Sarria se acoplan todos los que hacen andando los últimos 100 kilómetros. El camino se masifica de gente que quiere que se les perdonen los pekados haciendo lo mínimo. A partir de aquí incluso la mentalidad cambia. Ya casi nadie nos deseará el simpático «Buen camino peregrino». Aunque lo más alucinante es el montaje de teletransporte de mochilas que consiste en dejar la mochila a primera hora del día en un punto de recogida y unos taxis se encargan de transportarlas al final de etapa.
Me despierta un comentario de un ciclista que en el momento de adelantarme les está diciendo a sus compañeros ….. «yo lo único que hecho en falta a estas alturas es un buen polvo ….. ya me duelen hasta los huevos !!!!» …. y la carcajada de la gente que había a su alrededor fue impresionante.
Estábamos ya andando (sin comer) y vimos que nos faltan 108 kilómetros hasta Santiago. En el primer área de descanso vemos que pone: «servimos desayunos». Entramos y vemos 7 máquinas expendedoras ….. sólo me paré para sellar. Despliego la credencial y la chica que tenía detrás se quedó flipada y dice a sus amigas: «fua, este chico tiene la mitad ya llena y yo sólo llevo dos sellos».
Miramos cuánto nos tocaba hacer hoy y vimos que eran 12 kilómetros nada más y la siguiente etapa eran otros 9 km por lo que decidimos juntarlas …… Me sorprendí al final del día porque pasamos de ser adelantados a adelantar a mucha gente.
En Portomarín nos encontramos con el francés y con Ana mientras comíamos bajo unos agradables porchos de la plaza.
Día: 26 de agosto de 2010. Portomarín – Palas del Rey. Tiempo: 8 horas. Link complementario.
En estas últimas etapas hay mucha gente que hace el recorrido. Está masificado. Nosotros dormimos en una habitación de un hostal privado porque estaba todo lleno. En los pueblos cuando pasa esto también te dejan dormir en las instalaciones deportivas pero nos tenían dicho que hay mucho follón y está sucio. Gracias a poder dormir bien empezamos recuperados para esta otra larga jornada.
Tengo la sensación que nos perdimos de nuevo. Esto se sabe porque de golpe sigues señales pero dejas de ver a la gente. En el cruce donde creo que nos perdimos conocimos a unos peregrinos andaluces que también se perdieron como nosotros y por eso los conocimos. Nos fuimos encontrando en todo este tramo del camino con los andaluces, el francés y su amiga alemana, unos madrileños que llevaban haciendo de entre 40 y 50 kilómetros al día, porque resulta que habían calculado mal y era su única posibilidad de poder acabar XD y con una familia que la bautizamos con el nombre de botejara. Eso sí, en toda la mañana no vimos ni a un solo peregrino con mochila ….. Sólo nosotros …… Todos iban sin !!!! Extrañados nos preguntábamos si estaban paseando (pero claro eran muchas personas) y descubrimos que hay un servicio que te llevan la mochila cada día a dónde quieras.
Una de las enseñanzas del camino es que uno carga con innumerables cosas inútiles que te perjudican para conseguir tu objetivo final si cargas con ellas. Es por esto que en estas últimas etapas te vas encontrando montañas de objetos que la gente va dejando para aligerar las pesadas mochilas.
Día: 27 de agosto de 2010. Palas de Rey – Boente. Tiempo: 7 horas. Link complementario.
Hoy día 27 de agosto quiero aprovechar para recordar que es el cumple de mi primo Guillem.
Hemos salido a la misma hora que los madrileños, los que dicen que hacen cuarenta o cincuenta kilómetros cada día XD. Mientras desayunamos vimos 42 mochilas (contadas) que esperaban a los taxis. También nos encontramos en el bar una alemana que iba con el francés y la otra alemana.
Luego paramos para comer algo a media mañana. Esa vez comimos una rosquilla y un bizcocho mastodonte. La familia botejara se paró en el mismo bar a comer. El padre se compró un sombrero de peregrino y su hija (la única chica de mi edad que he visto) le dijo: «con ese sombrero pareces Sancho Panza». Si que lo parecía porque estaba algo gordito.
Llegamos a Melide, allí terminaba la etapa. Como sólo habíamos hecho 12 kilómetros decidimos seguir. Pero la siguiente era de 14 kilómetros. Así que cuando llevábamos 23 km mi padre me dijo que estaba cansado y que no quería seguir.
En el albergue donde paramos conocimos a una malagueña que nos contó que había conocido a una señora de 67 años que hacía unos 40 kilómetros cada día !!! dijo que había empezado en Roncesvalles y en 15 días ya estaba a 60 km de Santiago. Pero, por lo visto, no pensaba acabar aquí. Tenía pensado continuar hasta Finisterre que son 88 kilómetros más. Y para colmo iba ella sola con su bastón coronado con unas flores. Madre mía !!!! Y yo creía que las abuelas del pueblo de Campo en Huesca eran energéticas porque jugaban a bolos y hacían aquagym. Pero comparadas con ésta no son nada. ¡¡¡¡¡ Qué mundo ….. !!!!
Día: 28 de agosto de 2010. Beonte – Pedrouza. Tiempo: 7 horas. Link complementario.
No pasó nada interesante. Sólo voy a contar que nos hemos ido encontrando con: los andaluces de Chiclana, la familia botejara de Reus, dos chicas de Barcelona (Sílvia y Rosa), la malagueña y un conboy de cuatro chicas asiáticas. Esta noche en vez de coger albergue pedimos una habitación con TV :P. Como estábamos hambrientos bajamos al bar y pedimos una paella de arroz negro una para mí y la otra para mi padre. No sobró nada. Llegaron los botejara de comprar y se pusieron a la mesa de al lado a hablar un rato antes de ir a dormir.
Día: 29 de agosto de 2010. Pedrouza – Santiago de Compostela. Tiempo: 6 horas. Link complementario.
El último obstáculo que nos quedaba era subir lo que se conoce como el Monte do Gozo.
Al llegar a Santiago una chica argentina se nos enrrolló por la calle y nos colocó un cuchitril. Así que pudimos dejar las mochilas y luego fuimos a ver la catedral. Había tres colas distintas para entrar a la catedral. Una para oir misa, otra para ver la catedral y la última para abrazar al Santo y ver el sepulcro de lejos. Lo de abrazar al Santo antes era sólo para los peregrinos de verdad pero ahora es una atracción turística más. Yo quise saludar a la gente que oía la misa desde el Santo pero mi padre no me dejó.
Si haces los últimos 100 kilómetros andando o a caballo te dan la compostela, ó 200 kilómetros en bici. Para la compostela necesitas sellar la credencial en los albergues, iglesias ermitas y monasterios. Pero como a las 7 de la mañana no están las ermitas abiertas tuve que rellenar la credencial con sellos de bares :P. La compostela está en latín y no se entiende ni torta. Pero como tengo a mi frikiabuela me la tradujo toda en un santiamén. Evidentemente, si la compostela está escrita en latín mi nombre también lo escribieron en latín. Ya sé que no quereis saber mi nombre en latín pero os lo digo porque me hace ilu :P. Es NESTORUM. Después de recoger la compostela abrazé al Santo, visité su sepulcro y asistí a los últimos minutos de la misa.
Regresamos al cuchitril y recordamos que nos dijeron que en la habitación del al lado había unos italianos que se habían ido a Finisterre y que no volverían hasta bien de noche. Cuando llegaron al verlos nos dimos cuenta de que los conocíamos y que habían estado durmiendo varias veces con nosotros en las literas de abajo de los albergues multicolectivos.
Día: 30 de agosto de 2010. Santiago de Compostela – Ponferrada (León) – Campo (Huesca). Tiempo: 10 horas. Link complementario.
Nos levantamos muy temprano para coger el primer autobús. Llegamos a la estación de autobuses a las 7 de la mañana.
La señora de la taquilla nos dice:
– ¿Quereis billete para el autobús de las 7 ?
Nosotros: – Sí.
Señora: – Esperad que lo mire ….. lo siento no hay.
Señora: –  ¿Quizás querais, pues, un billete para el de las 8?
Nosotros: – Sí.
Señora: – Lo siento está lleno. Pero …. ¿quereis para el de las 9:45?
Nosotros: – Si hay sitio si …..
Señora: – Quedan dos sitios pero no estareis juntos.
Nosotros: – ¡Da igual!
Así que ya nos veis allí esperando en la estación de autobuses de las 7:00 hasta las 9:45. Y para colmo el autobús paró casi en cada pueblo. Llegamos a las 2 a Ponferrada. Cogimos la furgo, comimos y de vuelta para Campo. Cuando estábamos por Zaragoza el depósito de gasolina marcaba que había para 470 kilómetros. Media hora después marcaba que había para 500 kilómetros por arte de magia. De Zaragoza a Campo no hay 500 km ni pasando por las carreteras viejas y dando vueltas. Al pasar por Barbastro los cálculos del coche dicen que nos queda sólo gasolina para 80 kilómetros. Pero ya sabemos que este coche a partir de los 100 baja muy rápido el cálculo de la gasolina que queda. Nuestro susto fue cuando vimos un letrero de una gasolinera que decía que estaba abierta sólo de las 6 a 22 y eran las 22:17. Llegamos a una gasolinera por fin y estaba la chica subiendo al coche para marcharse. Mi padre baja, la alcanza y le dice: «¿puedes ponerme gasolina?» Y ella nos dice que no. Mi padre le suplicó que aunque fueran 10 euros para poder llegar a casa y ella contesta que no, Un rollo …. que ya estaba la alarma puesta y que vendría la policía y tal y tal ….. Pero nos dijo que en El Grado la gasolinera cierra a las 23. No nos la creímos pero era nuestra única opción. Fuimos allí a contrarreloj, Apurando las curvas. A toda velocidad. Y llegamos cuando faltaban 10 minutos para cerrar. Mi padre sale del coche y se puso la gasolina el mismo. El chico nos dijo un atajo por la carretera vieja para llegar a Campo. No habíamos cenado aún y el bar de Campo cerraba a medianoche. Ya nos ves otra vez a contrarreloj para llegar y poder comer unos tristes bocadillos. Pero cuando llegamos unos minutos antes van y me dicen no nos hacen los bocadillos porque la cocina está cerrada. Por lo que no nos quedó más remedio que ir a casa y comer de lo que había y nos pusimos a dormir. Fue un día bastante cansado.
Seguir el relato en Los días de Néstor.

Todos los Santos de 1978: la excursión de los Juanes, Caouarere y Culfreda

Una excursión realizada el 4 de noviembre de 1978.
Son las nueve menos cuarto cuando nos encontramos en la calle con la mochila en la espalda cuatro Juanes para hacer con otros seis compañeros más una excursión. Vamos llenando los coches y salimos a eso de las nueve y diez.
Una niebla bastante espesa nos acompaña hasta Martorell y luego se vuelve a reenganchar, ahora de humo y de gases de mal olor, entre Mollet y Sabadell. En El Vendrell tenemos que esperar que pase el tren y aún y así llegamos a Calafell más pronto de lo que la madre de PK se esperaba. Muntaner también tiene ganas de ir a Torredembarra a ver a sus padres. A pesar de lo ocupados que estan los demás lo pasamos con vinillo, almendras, avellanas, sugus y pan de la casa. Salimos de Calafell a eso de las cuatro menos cuarto y llegamos a Plan pasadas las ocho de la tarde. Es de noche y hemos hecho 531 kilómetros. Hace frío. Nuestra primera reacción es ponernos el jersey y entrar en el bar del lado de la carretera. Dentro, la estufa de leña y los hombres quemados por el Sol jugando a cartas dan un tono familiar al ambiente. Pedimos comer los bocadillos que llevamos y nos sirven el resto muy amablemente. Mientras los compañeros cenan PK y Gerald hacen una primera prospección del pueblo y se encuentran con dos gratas sorpresas: una viejecilla que con toda la amabilidad nos acompaña hasta el Hostal y la casualidad de oír por la tele, y de forma muy repetida, el nombre de San Juan de Plan mientras estamos bebiendo en la barra. Resulta que emiten el programa «Raíces» dedicado a los bailes y delicados útiles de trabajo de artesanía -como podrían ser los calcetines de lana, mantas, tapetes, etc- que tan bien se han conservado en este pueblecito tan alejado de la civilización y acostumbrado a sufrir las inclemencias meteorológicas más duras superándolas con los medios materiales que están a su mano. Con un acompañamiento tan gustoso la abundante ración de sopa y las costillas se comen con más deleite. Los que se han quedado en el bar de abajo todavía lo viven más intensamente puesto que algunos hombres que estan a su lado aparecen en el programa o son parientes de los que estan saliendo.
Enbobados con este espectáculo plantamos las tiendas en la chopera del lado del río Cinqueta. Una nube con forma de cabeza que se deja caer con forma de gotas frías lo humedece todo pero la tienda la repele en una noche en la que el sueño no es ni muy profundo ni muy relajador. Lo que sí nos relaja un poco, aunque nos hace pensar, es el juego de adivinar las montañas a partir de las cifras de sus alturas. Luego el juego va derivando poco a poco a montañas que llevan nombres de montañeros y, como no, montañas que llevan nombre de montañeras … Antes de dormirnos Braxman nos relata ampliamente las sensaciones que uno tiene cuando escala una pared y resulta que ves claramente que te has desviado de la ruta correcta.
El viernes nos levantamos a las ocho. Hace fresco y no hay nubes. Mientras, el Sol va enseñando la cara detrás del Puig Alfar y va calentando las casas más altas del pueblo. mientras vamos desayunando lo presenciamos todo. Un espectáculo vivo y rítmico de un despertar y salida de las personas y animales del pueblo: pequeños grupos de vacas grises con sus respectivos terneros, cabras, mulas y burros acompañados de sus pastores y pastoras de piel quemada y arrugada con perros de todas las medidas y pelajes más variados desfilando a pasos acompasados por el camino del río. También pasa, camino del Monte de Plan, un Land Rover que carga a los bosquetanos del pueblo. Y un hombre que ya ha hecho el trabajo puesto que los dos mulos que lo siguen llevan unos grandes fardos de leña para el fuego.
Ya es mediodía cuando emprendemos, en coche, el camino de Viadós. Está asfaltado hasta San Juan de Plan y el brancal que lleva hacia Gistaín. El pueblo se encuentra a 1400 metros de altura en el lado soleado de la montaña con torres de diversas casas señoriales y de un campanario que sobresale por encima del resto de los tejados. Baja por un camino de piedras un mulo que lleva las alforjas llenas de mierda hacia los próximos desnivelados campos. Es con este paisaje que uno entiende lo que significa la supervivencia y la utilidad de los múltiples animales en estos lugares. En la entrada del pueblo un hombre menos corpulento pero no menos amable de los que habíamos conocido antes nos dice que el refugio de Tabernés está abierto, que hay muchas vacas en Viadós, que la carretera es buena pero con bastantes piedras a las que habrá que subirse con las ruedas con el objetivo de no rebentar el cárter -como ya han hecho algunos-, que están haciendo muchas pistas por la zona de Plan y que desde aquí mismo arranca una con el objeto de llegar a Bielsa, que no quedan nunca incomunicados, que nos les hace miedo que se les ponga un metro de nieve en la puerta, y … etc. etc. etc.
Una vez estamos en el camino o pista de Viadós podemos comprobar como no se denomina así sino que se llama «senda pirenaica» que le da un aire como de maño o madrileño al igual que la torre de vigilancia que se encuentra instalada en el lado de uno de los campamentos. Un reguero de bordas o «quadras» se va extendiendo en el centro de los prados situados a lado y lado del camino. Se ven mujeres tejiendo calcetines y hombres durmiendo a la vez que guardan sus respectivos rebaños de vacas. Las pétreas y largas crestas del Posets y Las Espadas junto con las más proporcionadas de La Forqueta y de los Eristes se nos muestran soberbias y altívolas ante nuestros flipados ojos cuando llegamos a los Llanos de Viadós y empezamos a andar, menos los conductores, camino a Tabernés. Hay vacas en los prados que rodean el refugio. El Batoua, conocido en este país como Culfreda, preside majestuoso este frío valle.
Para conocer mejor el camino que tendremos que hacer mañana por la noche un grupo anda una hora hacia el Puerto de la Madera. Cuando regresa la comida-merienda-cena ya está preparada y el fuego enrojece e ilumina la fría estancia. El pastor se calienta y con un hablar rápido pero mesurado y amigal nos explica que guarda quince vacas en este terreno comunal. Por lo visto, la parte baja del valle es particular, en Gistaín hay casi ochocientas vacas, que en el invierno lo pasan muy mal para alimentar a tanta vaca y las tienen que tener dentro de las bordas, que el año pasado subió aquí un solo coche en el mes de enero, y tal y tal y tal … Nos abandona muy a su pesar … El Sol dora con sus últimos rayos la mole del Culfreda y nosotros meditamos alrededor del fuego las aventuras del Braxman entre los esquimales, las condiciones que le conducen a uno a tirar cocteles-molotov, las posibilidades de usar un piolet como arma defensiva, …
El sábado nos despertamos que son poco más de las tres de la mañana. El cielo sigue estrellado como ayer y una helada que te pone la piel de gallina cubre la tierra. Un vaso de leche chocolatada nos pone a buena temperatura.
Salimos a las cinco con pasos cortos y sólo los alargamos cuando nos llega un azote de aire frío procedente del Puerto de la Pez. A las seis y cuarto pasamos por la piedra que tiene pintado en rojo «camino del Puerto de la Madera» que está situada poco después de aquella que pone eso de «senda pirenaica».
Empieza a clarear cuando subimos por una zona de hierba y matojos. Un gendarme de la cordillera que pasa a nuestra izquierda nos cautiva. Más tarde son las primeras luces del alba que pinta de oro viejo la falda y paredes del Culfreda y la larga cresta que desde éste desciende hacia el Puerto de la Madera. Por fin, y limitándonos a los elementos orográficos más inmediatos, ante nosotros las paredes cortadas a plomo de la Peña Blanca.
Nos paramos a desayunar -queso, chocolate, membrillo, fuet, bacon, jamón, higos, avellanas, pan, limonada, leche y litines- bajo el mismo puerto, en el lugar que nace el río, a las ocho y media. PK que hasta ahora a ido subiendo lentamente y animándose con mútua conversación con el Braxman dice que no tira y que se va a quedar en el puerto: va a ser el anuncio de un manifiesto, largo y doloroso suplicio.
Continuamos la fuerte subida por la hierba y tartera hasta el Puerto de la Madera. Llegamos en un cuarto de hora. Las penumbrosas y pálidas paredes de la Punta Fulsa tienen un aspecto muy invernal. De poniente a levante el Marboré y el Posets dominan, aunque lejanos, todo el paisaje. A medida que vamos superando la enfilada y ancha cresta del Cauarere van apareciendo detrás suyo los picos que escondía el Monte Perdido, los Astazus, el Vignemale coronado de nieve. PK y Braxman se quedan y los demás coronamos los 2901 metros a las diez y media. Casi sin pararnos y en una media hora más llegamos al Culfreda de 3034 metros sorteando las dificultades de su entretenida cresta unas veces por la vertiente española y las otras por la francesa.
Asímismo, la diferencia de color entre cada una de las vertientes es muy evidente. Por el francés los abetos remontan la ladera casi hasta nuestros pies y se descubren grandes manchas de nieve entre sus pobladas copas y se puede llegar a ver, incluso, un pueblo enblanquinado y un embalse de color sepia en medio de un general color oscuro. Por el español el único habitáculo es el refugio donde hemos dormido y todo lo demás son montañas pedregosas y afiladas, clapeadas de nieve en las paredes más resguardadas y bañadas por dos estanques inmersos en la penumbra: el de Ordiceto y los ibones de Bachimala.
Por lo que respecta a las cumbres, y en dirección E-S-W, la corta estancia en la cumbre me hace descubrir el Baliner, el Lostou, el Abeillé, el Pequeño y Gran Bachimala, la Punta del Sabre, los Gemelos, el Posets, Las Espadas, el Pavots, la Forqueta y el grupo de los Eristes, la Peña Blanca, las Tres Huelgas, la Punta Suelza, la Punta Fulsa, las montañas del cañón de Añisclo, las Tres Sorores, los Astazus y el Vignemale.
Bajamos, ahora siempre por el filo de la cresta hasta encontrarnos de nuevo con PK y el Braxman a eso de las doce del mediodía. En el descenso PK va acusando las punzadas y la asfixia producidas por la hernia de esófago. Para acabarlo de rematar no encontramos agua hasta que llegamos a la mitad del bosque. El sufrimiento moral y físico tanto de PK como de los que lo acompañamos es notable. Afortunadamente un azucarillo con nieve y después otro con agua ferruginosa le permiten hacer un gran erupto. Parece que le alivia algo y conseguir llegar fatigado al refugio a eso de las tres de la tarde sin haberse dado cuenta de nada de lo que le ha sucedido en todo este tiempo.
Comemos un poco, lo recojemos todo y nos las piramos. Los que bajan a pie se lo cojen con calma porque dicen que estan cascados pero resulta que cuando se les aparece un perro saben correr como el que más. Reencontramos al pastor de ayer y a la gente de Plan y de San Juan de Plan que regresan al pueblo con mulas cargadas de leña y burras que si no obedecen se las insulta con un clarito «burra del cojón» estrepitoso. En Plan la gente nos pregunta si hemos subido y si allí se pasa frío. En Sin nos repasan con una cara de curiosidad y extrañeza -vamos tres coches- muy inquietantes. Pero nos ofrecen la rectoría para que vayamos a dormir.
Cenamos en el comedor familiar del bar de la carretera de Plan. Nos sirven sopa, ensalada, verdura, tortilla, hígado, costillas y fruta todo por 300 pesetas mientras Braxman intenta convencernos de bajar el Fluvià con una balsa de madera hecha por nosotros mismos (Nota del traductor: como podeis claramente comprobar Braxman es, ni más ni menos, que el precursor del rafting) y PK se enrolla con lo de la universalidad de los sabadellenses. Entendemos la amabilidad con la que nos ha acogido esta gente cuando la señora del bar nos dice que tuvieron un maestro que era de Girona. Pobre hombre. ¡Qué destierro!
El domingo salimos a las siete y cuarto de Plan. Sólo encontramos un par de coches hasta La Foradada. En Arró un Sol redondo como una pelota reluciente pero que está difuminado por un cielo calichoso y que saca la nariz por encima de la montaña constituye el tema fotográfico de todos los objetivos exigentes del coche. En Barbastro acabamos las provisiones y hacemos la crónica del mercado musical.
Braxman sale el primero. No vemos por donde ha salido. Esperamos a que el semáforo se ponga verde y el urbano nos deje salir. Apretamos el acelerador a fondo y paramos en Monzón para considerar las posibles hipótesis más probables: Huesca o Lleida. Lo esperamos media hora y seguimos el camino. Paramos de nuevo en Las Balsas y esperamos infructuosamente una hora y media más. Durante este rato nos entretenemos a arreglar el reventón del Simca. Planteamos la hipótesis de que se hayan ido a Huesca y regresado por Fraga y la autopista o que simplemente se hayan ido hacia Girona sin parar. Desanimados proseguimos nuestro camino. En el área del Vallés telefoneamos y nos dicen tranquilamente que ellos ya han llegado. El hambre aprieta y les maldecimos los huesos. Cuando uno de los coches se para o se atrasa los otros siempre es esperan pero ya se sabe … la excepción confirma la regla … ¡Por algo es Braxman!
© Joan Fort i Olivella y traducido al castellano por Miquel J. Pavón i Besalú. Año 2.002.

Campamento Taga XV: agua constantemente (I)

Una excursión realizada el 18 de julio de 1978.
A pesar de la oposición declarada al deporte del montañismo por grandes sectores de la población gerundense y del mismo colegio, más por ignorancia que por otra cosa, nuestra afición a la montaña no decae y las llamadas para organizar el campamento han sido más numerosas que nunca. Unos días en los que la gente desea pasar el calor submergiéndose casi desnuda en las azules aguas de nuestra Costa Brava sin pensar en las colas que habrá que hacer para poder llegar. Y es que cansarse por cansarse yo prefiero el Pirineo a las planícies. Menos mal que para neutralizar un poco la cosa nos han puesto un Governador civil que el campamento le debe agradecimiento por su jamón y otras delicias del mismo calibre.
PK está levantado desde las tres y todo el mundo llega puntual al lugar de reunión mostrando una cierta impaciencia para abandonar esta muy inmortal y a la vez muy contaminada ciudad de los cuatro ríos. Las ganas se acrecientan más si cabe cuando vemos llegar las cajas de melocotones un tercer domingo bastante caluroso de julio. Los coches se van llenando de cosas útiles y de gente. No encontramos ya respuesta a la pregunta de si falta algo más.
La despedida pasa por la desagradable aduana que es el río Guell rojo de sangre animal que nos empuja a salir cuanto antes a buscar las aguas puras del Pirineo. Antes de llegar a la fuente hemos de soportar el para y avanza de los barceloneses que van a tostarse la barriga a Castelldefels, los relieves suaves y huérfanos de vegetación de la zona de Cabra, el Segre a su paso por Lleida y su complejo piscinícola lleno a rebentar, el río Sosa totalmente seco pero con el recuerdo de una destrozadora crecida que hizo caer el puente que lo cruzaba, la alegre compañía de Pere F. y sus compañeros en Graus bajando del Aneto en un día precioso, la salida de la bajada del Ésera con piraguas, la dura prueba de ir detrás de un tractor cargado de paja a paso de pulga después de ir a velocidades vertiginosas, la compra de una docena de huevos y un pan de menos (compensadas con un bastoncito de más), las advertencias de PK en Benasque, y, finalmente, la cascada que hay llegando a la presa de Senarta que nos anuncia un buen remojón en el puente del Plan de Baños.
Recibidos los primeros encargos, y esquivando a los mosquitos, nos disponemos a poner las tiendas tarea difícil si tenemos en cuenta la gran cantidad de piedras y la inclinación del terreno, en el que nos hemos puesto por un mal entendido. Faena que no habrá más remedio que terminarla con la luz del butano. La cena tiene hoy un tanto de improvisación fruto de otro mal entendido. Pasamos con poca cosa pues tampoco es que hayamos gastado tantas energías a parte de los conductores. En la sobremesa se nota el sueño y otros factores psicológico-físicos por lo que en lugar de contar chistes salen encargos, historias pasadas y avisos para un futuro campamental mejor.
Lunes día 17 de julio de 1.978.
Nos levantamos a las ocho. El agua helada del Ésera despierta nuestro físico. Un par de vasos de leche con chocolate deshecho, galletas y mermelada preparan nuestro estómago para la apretada mañana que nos espera a los acampados.
Los corazonistas han tenido el buen corazón de dejarnos el mástil y sólo hay que desplazarlo y clavarlo entre unas piedras que van de perilla. En la cocina se desarrolla una tarea de búsqueda de losas, limpieza de ortigas, cálculo de la situación del fuego y la instalación de un cordel para colgar los utensilios. Con más pena que gloria avanza la excavación de un hoyo para la basura y la fabricación de una mesa de tal forma que para la comida ya la podremos usar eso sí vigilando no te caiga el cubierto, vaso o catimplora entre el ramaje de su superficie.
Después del café la parábola del niño que rompía geranios saliendo enfadado del vestuario porque había perdido el partido y que fue invitado por el profesor a plantarlo de nuevo me hace pensar que es lo que deberían practicar muchos de los ecologistas vociferantes de hoy día. Los practicantes de la montaña no solemos ir a patadas pero sí podemos utilizar indebidamente el piolet, las manos o la palabra. Sea como sea, con estos pensamientos en la cabeza empezamos a preparar la ascensión al Aneto por el valle de Coronas.
Los que tienen la suerte de hacer el camino hasta Vallhiverna a pie gozan del largo encanto de ver la maravillosa colección de cascadas que cuelgan de los verticales relieves de este valle tan característico. Los que tenemos que sufrir la agobiante prueba de hacerlo en coche con el objeto de subir el material de acampada y las mochilas reciben, para no dormirse, pesadas lecciones de geografía pirenaica y geología lacustre adornadas de comparaciones tan burdas como las que se establece entre el Lago de Banyolas con los de Cregüeña y Llosás. También presenciamos el paso de un rebaño de 2800 ovejas conducidas por dos únicos pastores y dos perros que son realmente algo que pronto veremos extinguir. Prueba de ello son sus quejas hacia el Ayuntamiento de Benasque por dejar pasar vehículos por esta pista y que les hacen ir mal en sus tareas cotidianas.
Con pesadas mochilas y tiendas emprendemos el camino de Coronas a paso calmoso. Tendremos que sacarnos el pañuelo del bolsillo para secar el sudor que nos cubre el rostro. Las peladas y retorcidas montañas de Vallhivierna y Culebras ofrecen un contraste patente con la cascada que ruidosa baja entre la hierba y los matojos del primer ibón de Coronas y las afiladas losas manchadas de nieve de la cresta de Cregüeña.
Un trueno, modesto por su ruido pero funesto por lo que anuncia, es el toque de atención. Algunos se dan prisa para plantar las tiendas pero en realidad no les da tiempo ni a poner la primera. Con la misma destreza que habían utilizado para clavar los clavos se disponen a desclavarlos y salir a esconderse. La tienda bajo una piedra y los que la ponían en una cueva cercana que resultará apta para ver los destellos de los rayos aunque tengo un molestísimo goteo que me va justo a la oreja. Los que vienen detrás sólo han podido llegar a un pequeño montículo que da justo encima del ibón y no nienen mas remedio que tumbarse al suelo con la única protección de su mochila ante el gran viento y pedrizo que les cae. Con el desconcierto se dejan en el lugar piolets, crampones y algún anorak.
Nota del traductor: querría ampliar el dantesco espectáculo que tuvimos… Yo estaba al final de la comitiva. Ni siquiera habíamos llegado al montículo. Teníamos enfrente la cascada que cae del ibón. En el grupo íbamos casi diez personas. La gente estaba más que aterrorizada. Para muchos era su primera excursión a la alta montaña. Se vio clarísimamente cómo el viento llegaba a tener tanta fuerza que el agua de la cascada no llegaba a caer al suelo. El viento huracanado y encajado levantaba por completo todo el agua de la cascada y la subía un centenar de metros con una violencia increíble. Agua por doquier de la lluvia y de la cascada. Un pedrizo nunca visto. Un chaparrón de los que hace historia. A todo esto vociferando espoleaba a la gente para ir al refugio de la cueva. Pero… cuando veías los rostros de la gente se veía claramente la expresión del horror… no avanzamos ni un paso así… hubo que esperar a que amainara… Pero la aventura no acaba así… Continua el cronista.
Pasados los primeros espantos y remojones acabamos todos bajo la gran cueva y nos cambiamos la ropa los que podemos.
Nota del traductor: ¿todos? igual como lo del Astérix… ¿todos, todos? ¡No! Resulta que los ánimos van calmándose bajo la cueva poco a poco y la gente se empieza a organizar. Ha parado de llover. Yo en eso que un no sé porqué cuento a los que estamos allí… ¿y? Pues que me faltan dos. Vuelvo a contar… Sí me siguen faltando dos… Le digo a Robert que disimuladamente cuente él… Y llega a la misma conclusión que yo. Faltan dos. Decidimos Robert y yo no decir nada a nadie. A PK le decimos que nos vamos a mear. Empieza el rastreo… Nada por aquí. Un piolet por allá. Un peazo tienda en esa rama. Una bolsa de comida en unas piedras. Y… ¡Por fin! Nos encontramos a los dos que nos faltaban. Acurrucados. Abrazados. Llorando… ¡de miedo! ¡de terror! Se habían quedado allí inmóviles y allí se hubieran quedado estoy seguro de ello si nadie va a por ellos. Una vez tranquilizados regresamos con el grupo… Continua el cronista.
Cuando para de llover es pronto pero oscurece pronto. Nos disponemos a plantar de nuevo las tiendas cerca del ibón y cenar un poco. Una especie de espanto y sordera acaba adueñando a todo el mundo. Un «broncón» que se queda paradójicamente sin respuestas. Se empieza a trabajar en silencio. Sigue faltando más material. Objetos de valor como los piolets y los crampones son necesarios para poder mañana subir al Aneto. Por suerte dos voluntariosos se pasan parte de la noche rastreando las cercanías y acaban dando con todo lo que falta justo en la cumbre del montículo. Nos ponemos a dormir entre las doce y la una de la noche. Aparecen las estrellas en el firmamento y con ellas la calma que le sigue a toda tormenta.
Martes día 18 de julio de 1.978.
El más impaciente se levanta a las cuatro. Un viento frío te hace venir una piel de gallina. Cuatro estrellas hacen que alguien empiece a tocar un impertinente pito a estas horas tan inoportunas. Nadie hace mucho caso al toque de diana y la verdad es que hacen bien. Finalmente se decide a despertar al jefe con el infalible sistema de hacerle cosquillas y percusión aunque no logra su objetivo a la primera. El viento y el frío han parado. La voz acaba siendo secundada y abandonamos el campamento a las cinco y media. Cuando el cielo se aclara unas nubes finas y no muy dispuestas a moverse hacen acto de presencia por el sur. Las piernas empiezan a enflaquecer y presienten nuevas tormentas como la de ayer. Poco tardamos en empezar a pisar grandes manchas de nieve no muy dura.
La llegada al segundo ibón constituye una alegría muy reconstituyente puesto que además del espectáculo que representan sus aguas azules, heladas en su zona central, comprendo que hemos pasado lo peor, el tarteral de piedra, y que ahora toca el turno a la nieve y a pasear. El tercer ibón es más grande y está totalmente helado. El bacon y la limonada tienen mucho éxito a pesar de que no son tan buenos como otras veces.
La larga subida por nieve hasta el collado de Coronas no se hace excesivamente pesada ya que la nieve está normal incluso tirando a dura en algunos lugares por lo que decidimos encordarnos con una visión del Posets sumamente animadora. El ibón Coronado con el hilo de agua que lo cruza y abandona por un hueco en el hielo viene a ser un oasis en este desierto de nieve y hielo «de dos brazos de ancho y cuatro o cinco de largo» que es el glaciar del Aneto. Llegando a él todavía hace falta realizar un último esfuerzo hasta la cumbre. Las palabras del poeta lo recuerdan y viendo el mar de nieblas con pequeñas islas y levantando la cabeza tímidamente por encima de la Vall d’Aran y del Garona francés me permito pronunciar junto con Verdaguer sus versos…

«los núvols, que voldrien volar sins a sa testa,
si no els hi puja l’ala de foc de la tempesta,
s’ajauen a sos peus».

Hay una rara calma del aire y eso que estamos por encima de los 3300 metros. El Sol deja sentir su carícia quemando nuestra cara y ablandando la nieve a nuestros pies de tal forma que casi me ahogo al andar en cordada muy lentamente. En las frecuentes paradas me entretengo a mirar la afilada cresta que del Coronas sale hacia la Maladeta y la gran cuenca que se forma bajo su protección, a La Forcanada que sobresale entre las nieblas y el Ibón de Barrancs que parece una gota de agua fundida al pie de un vaso de hielo. Después de estirar la cuerda unas cuantas veces llegamos a la plataforma que hay antes de pasar el paso de Mahoma. Son las once. Hemos de esperar que los grupos que han llegado antes que nosotros pasen este temible accidente geográfico. Una espera que se hace larga sin el líquido elemento y sin nada sólido que poder echarse al estómago. El corto trayecto hasta la cumbre más alta del Pirineo es algo más que entretenido y culmina en la cruz y la Pilarica que lo presiden.
Desde aquí se puede apreciar a la cresta sur que parece asequible junto con las paredes que flanquean el Tempestades. Las fotos de ritual. La alegría es desbordante para muchos que han logrado su primer tresmil.
En la bajada la nieve se hunde más, aunque no en exceso, hasta el collado de Coronas. Encontramos a varias cordadas que justo ahora estan subiendo y una de ellas viene del Coronas que nos explica que allí la nieve está más dura. El agua del ibón Coronado sirve para llenar las catimploras de vitaminas que nos hacían mucha falta y para imprimir un poco de cautela a nuestros movimientos en el siguiente tramo del camino. La cuerda para muchos resbalones y acaba presenciando formas de descenso un tanto peculiares.
Una dosis de preocupación y tristeza nos entra cuando oímos gritos de socorro y pánico mientras vemos caer y chocar con las piedras de la vertical brecha inferior de Llosás a un excursionista que la pretendía bajar sentado cuando nosotros estamos en el segundo ibón de Coronas. Intentamos hacer algo enseguida y en su auxilio pero vemos como los compañeros suyos llegan y nos indican que no es necesario que subamos por lo que marchamos desconociendo la magnitud del accidente. Mientras, los primeros que han bajado han desplantado las tiendas y emprendemos entre fuentes y cascadas por todos los lados la bajada hasta la pista.
Llegando al campamento base las cosas han cambiado un poco para hacer la cosa más emocionante. El río baja mucho más caudaloso y acelerado por debajo del puente de troncos, el viento ha tumbado un par de tiendas y ha repartido por doquier todos los objetos de la cocina. Sacrificamos el baño, ya que el Sol también se ha ido, con el objeto de arreglar pronto los desperfectos y hacer una comida-cena ya que hay hambre y tampoco se va a cocinar nada más. Una nueva tormenta traslada al estado mayor del campamento a Los Baños de Benasque y en el bar se respira un ambiente muy amigal y familiar al ritmo de las melodías de Antonio Machín. En el campamento hay alguien que ha estornudado tan fuerte (no es exactamente así) que ha hecho caer el palo de la tienda y acaban siendo infructíferos los esfuerzos para levantarlo de nuevo por lo que acaban durmiendo con la cosa tal cual. Mañana será otro día.
© Joan Fort i Olivella y traducido al castellano por Miquel J. Pavón i Besalú. Año 2.002.