Una excursión realizada el 31 de octubre de 1976.
Cuando vas por la calle pensando proyectos y te encuentras a tres personas conocidas que tienen la misma «locura» y te acribillan a preguntas sobre lo que estabas pensando te sobreviene una especie de trauma y acabas concluyendo que todos sufrimos el «mal de altura». Entonces, profundizas en la enfermedad, te sosiegas y pides explicaciones. Sigo mi camino pensando en lo que me han dicho y los otros continúan el suyo mientras escrutan el cielo van configurando mentalmente el mapa de la excursión.
Las notícias del hombre del tiempo oscurecen un poco la idea inicial pero el Sol del viernes por la mañana que luce al salir de la cama la iluminan de nuevo y contesto afirmativamente mi asistencia. Me ato los cordones con optimismo.
La salida se retrasa notablemente: soldados que tienen guardia, coches con ruedas desinchadas, pueblos que no están en el mapa … Jaime y Miquel tienen que acabar comiendo en las Ferias. Paco, Miquel, Joan y Ferran lo hacen en casa. Pere y Josep al lado del Estany de Banyoles lugar del que saldremos a eso de las cinco de la tarde bien pasadas.
Como nos acordamos de Cayetano vamos a Camprodon a buscarlo. Lo encontramos «in fragantis» apalancado en el sofá y al abrirnos la puerta se queda como helado. Pero resulta que el mal de altura también lo afecta y se decide venir con nosotros. Prepara la mochila y presentamos la víctima a su padre que no tiene ni tiempo de darnos una contestación.
En Sant Joan de les Abadesses el viejo puente vuelve a levantarse fuerte y altivo sobre el Ter y en Ripoll el monasterio iluminado parece que recobre la vida. La carretera de Pardines invita a remover el espíritu. Encontramos a muchos excursionistas en la carretera que levantan un dedo. Pero cuando llegamos a Pardinas resulta que está todo lleno. Jumic tiene a cuarenta personas en un pajar. Finalmente la insistencia de Pedro y su dolor de cuello logran que tengamos una habitación. La cena parece que entra mejor cuando todos los estómagos atacados por un subconsciente colectivo que exclaman enfurismados «… la gallina ha dit que no, visca la revolució …» y entonando «el darrer cant d’en Siset». El cuchillo de Jaume se abre y cierra mágicamente. Quim pide no hacer humo. Fuera en la plaza los hay que parecen cabras de importación. A la hora de preparar las mochilas encuentro a faltar los cordones y a la hora de dormir un poco más de espacio pero me consuelo pensando que hay alguno en peor situación que yo.
![suena la trompeta](https://i1.wp.com/www.posets.com/cronicas/trompeta.jpg?resize=508%2C224)
Durante la bajada estamos muy optimistas. Incluso nos encontramos a unos que llevan la música encima de la mochila y nos preguntan si falta mucho para llegar al refugi del Serrat. Volvemos a ver más vacas y a un potro que nos quiere seguir. Llegando justo encima del pueblo nos encontramos a unos que van con las manos en los bolsillos. Ver tantos optimistas nos hace «rampellar» de no haber continuado la excursión hacia el Balandrau pero la decisión de regresar ya está tomada. El último trozo ya va otra vez de cordones … ¡Eh! que quiero decir que me tengo que abrochar otra vez los cordones de las botas. Llegamos a Pardinas a eso de las doce cuarenta y cinco.
© Joan Fort i Olivella y traducido al castellano por Miquel J. Pavón i Besalú. Año 2.001.