El chorizo Revilla me maravilla

Resulta que ayer, como casi cada fin de semana, me estaba preparando un bocata de chorizo para irme de excursión. Estoy medio endormiscado y pensando a dónde ir. Finalmente, decido ir a atacar un monte que se me ha resistido tres veces y le voy a brindar un cuarto ataque en toda regla. Voy a ir solo para forzar la cumbre caso de que se me ponga la cosa mal.
Corto el pan. Lo unto de tomate. Le pongo la sal y luego el aceite. Abro la nevera. Cojo el paquete del chorizo que ya me lo han cortado a rodajas en la tienda y me dispongo a ponerlo en el pan. Supongo que es un acto ya casi reflejo … pero cuando se resiste el maldito plástico que hay a todo el alrededor uno instintintivamente suele llevarse la pieza a la boca y lo saca con la pericia de los dientes. De repente ……. me entra una risa imparable. Me llega a doler incluso el vientre de tanto reir. ¿Qué me ha pasado?
Pues que me acabo de acordar de una anécdota relacionada con este hecho. Os la cuento.
Resulta que hace unos años en Barcelona y en el bar de la Universidad uno tenía hambre y se me ocurrió que sería una buena idea ir a comerme un bocata al bar. Supongo que tod@s alguna vez habreis pedido un bocata de chorizo en algún bar al igual que yo. Pues ese día yo pedí uno también. En fin. Resulta que, normalmente, cuando uno pide un bocata de algún embutido en algún bar tiene una probabilidad bastante alta de que cuando te lo sirven venga el embutido con el maldito plástico incorporado. Luego al comerlo resulta que la cosa es de lo más engorrosa que un@ se pueda imaginar. Otras veces no. Te viene bien servido sin el plástico de marras y comerlo puede llegar a ser una verdadera delicia. Está visto que ese día iba a ser, seguramente, esa segunda opción. Pero resulta que casi sin querer me fijo en el chico que está haciendo los bocatas … y veo cómo quita el plástico del chorizo con los dientes … y pienso yo iluso de mí … mira se hace un bocata igual como el que he pedido yo …. pero … mayúscula sorpresa tengo cuando veo que una vez lo ha terminado … va … y me lo sirve a mí !!!!!! ¡Qué guarrerío! jejejejeje!
Con el tiempo he pensado que si esta vez lo he visto directamente cuántas veces habré comido un bocata hecho de la misma manera y al desconocerlo me lo he comido tan a gusto …………. y sabrosoooo …..
¡Por cierto! No os cuento ya cómo un día vi a una pizzera estornudando a todo meter sobre la pizza que luego se mandó con un mensaca a cualquiera de mis vecinos …. seguramente da el tema para otra opi …….

Si quiero ….. puedo

Collier guía al lector a través de un paisaje mental de tres niveles: la mente consciente, subconsciente y la supraconsciente.
La parte consciente de nuestra mente la consideramos como nuestro yo, pero sólo representa una pequeña parte de la mente. La gente con éxito tiene una buena relación entre esa parte y su subconsciente, a la que dirigen para crear cosas para ellos y solucionar sus problemas. La parte subconsciente del cerebro sabe cómo hacer un millón de cosas perfectamente y las hará si la dejamos. El subconsciente es moralmente neutral y muy abierto a la sugestión. Si le proporcionamos al subconsciente pensamientos e imágenes de plenitud y éxito, trabajará para convertirlos en realidad. Si le damos pensamientos negativos creará circunstancias negativas. Collier sugiere que el sentimiento que a veces tenemos de estar siendo guiados hacia cosas mejores o lejos de las malas es de hecho una función de la mente supraconsciente. Dice, que si se le pide ayuda, acudirá en breve.
Collier señala que una vez hemos conseguido un objetivo es más probable que volvamos a conseguir otro porque ahora ya lo tenemos en nuestro interior para tener éxito. En otra analogía, sugiere que cuando deseamos algo con fuerza y creemos que lo conseguiremos hace que se ponga en movimiento un remolino mental que se traga las cosas, la gente y las circunstancias necesarias para permitir su realización.
Collier implacablemente va al fondo de lo que realmente significan conceptos como voluntad, deseo y ambición y como pueden ser utilizados. Lo básico de su pensamiento es que el éxito debe verse en la vida a través de imágenes que le den fuerza. Cualquier cosa hecha en el mundo real, dice Colliet, debe verse en la vida a través de imágenes que den fuerza, es por este motivo por el que ve tan importante la visualización.
«Poca gente sabe lo que quiere» (Colliet).
Robert COLLIER en «El secreto de las edades».

Motívate

Creencia y destino:
El mensaje más importante de «The Magic of Believing» es que virtualmente cualquier cosa puede ser nuestra y que podemos ser cualquier cosa , si somos capaces de desarrollar un conocimiento sobre ello que no necesitamos cuestionar. Bristol dice que Napoleón y Alejandro Magno se convirtieron en superhombres porque tenían creencias más allá de lo normal. Hay quien dice que nuestras creencias sobre nosotros mismos y nuestro lugar en el mundo son las causas determinantes para alcanzar el éxito.
El sirviente subconsciente:
Si usted puede entender la relación entre la mente consciente y subconsciente, dice Bristol, llegará al corazón del poder de la creencia. El subconsciente contínuamente trabaja para expresar nuestras creencias y deseos más profundos. Es un sirviente fiel que renueva, guía e inspira, pero para obtener lo máximo de él requiere un gran respeto y una gran fe en lo que puede hacer. Ya que el subconsciente funciona en términos de imágenes, es vital que lo alimentemos con imágenes mentales de aquello que deseamos. Entonces puede trabajar para conseguir esa imagen que antes hemos colocado, dándonos intuiciones de qué hacer, dónde ir y a quién conocer.
Proyectar el pensamiento y la creencia:
Bristol apunta que todos los grandes científicos relacionados con la electricidad (Edison, Steinmetz, Tesla, Marconi) estaban interesados en la telepatía. Para ellos no era ridículo creer que los pensamientos podían moverse a través del aire, que podían afectar por sí mismos los sucesos si, al igual que una buena señal de radio, eran fuertes y claros.
El poder de la sugestión:
Amuletos, talismanes y objetos de la buena suerte de cualquier clase no aportan por sí mismos la buena suerte, comenta Bristol, sino que es la creencia en su eficacia lo que es poderoso. La repetición es otra manera de implantar una sugestión en nuestras mentes. La tremenda fuerza de la repetición del pensamiento primero supera la razón actuando sobre nuestras emociones y luego penetra en el subconsciente, donde es sólo cuestión de tiempo antes de que el pensamiento se represente.
Claude M. BRISTOL en «La magia de creer».