Alpinistas versus drogadictos

¿Es posible que realmente exista una estrecha relación entre el estado en que uno se encuentra en el límite de la zona de la muerte y la embriaguez producida por las drogas? Hay científicos, como por ejemplo el profesor Solomon Snyder de la universidad John-Hopkins de Baltimore, USA, que afirman que el sistema nervioso de las personas expuestas a situaciones límite produce unas sustancias similares a la morfina que amortiguan el dolor y provocan alucinaciones y sentimientos de felicidad.
Estos opiáceos que produce nuestro cerebro para sí mismo también provocarían la adicción. ¿Es por tanto el alpinismo una suerte de adicción a causa de que su práctica hace sintetizar a las personas unas sustancias equiparables a las drogas? ¿Serían impensables estas «subidas» naturales sin los opiáceos que produce el cuerpo? No lo sé. Sólo sé por propia experiencia que los que buscan el peligro vuelven a escalar montañas una y otra vez como si se encontraran en un estado de adicción física, y que muchos necesitan emprender recorridos aún más difíciles – unas dosis mayores por lo tanto.
Ya que los adictos a las drogas pueden tener realmente experiencias similares a las de los escaladores a gran altitud – salir fuera del propio yo, ruidos parecidos a la música, ausencia de cualquier temor – la anterior teoría queda reforzada. Pero también la falta de oxígeno y el exceso de dióxido de carbono pueden producir apariciones visionarias de ese tipo.
Todas esas explicaciones ya se trate de algo «manufacturado» por la Naturaleza – incremento en la producción de hormonas como reacción ante una situación límite, síntesis de opiáceos en el propio cuerpo para amortiguar el dolor o para incrementar el placer – o únicamente de «alucinaciones», desde mi punto de vista no son suficientes para equiparar el «high natural» con el artificial. Creo que entre estos dos tipos de experiencias existen diferencias fundamentales. No se trata sólo de que el «high natural» no requiera el empleo de sustancias destructivas, sino que éste produce siempre un efecto liberador que amplía la consciencia. Por el contrario, en el caso de la embriaguez inducida por medio de drogas, se busca un asalto inmediato al subconsciente, y el despertar, si es que éste llega a producirse, resulta mucho más deprimente y la alineación es más fuerte que antes. Estos dos «highs» conducen ciertamente a otros estadios de consciencia, y en este sentido la experiencia de la zona de la muerte es, al igual que la iluminación por medio de las drogas, una puerta abierta a otras realidades. A los adictos a las drogas no se les puede apartar de ello agitando ante sus ojos el peligro de muerte que les amenaza. ¿Puede decirse lo mismo de los alpinistas?
Reinhold MESSNER en «La zona de la muerte».

Experiencia de un viaje retrospectivo desde el reino de los muertos

Estoy junto a la gran panza de la cara sur del Goldkappel, asegurado por mi compañero mediante la doble cuerda. Tanteo hacia arriba con la mano derecha y me agarro a una regleta de bordes afilados. Me alzo tirando de ella con precaución. Entonces oigo un crujido leve y siento cómo la presa cede algo. ¡¿Se rompe?! Siento una sacudida como si fuera una descarga eléctrica: ¡Me despeño, es el final ….! ¡¡No te caigas!! A la velocidad del rayo lanzo la mano en dirección a una escama minúscula que hay encima de mi, pero se astilla. La siguiente, la tercera, todas se rompen …..
Mis pies todavía descansan sobre sus presas debajo del extraplomo, pero las manos ya no tocan la roca. Un puño gigantesco tira de mi cuerpo hacia atrás. No debo dar una vuelta de campana, de espaldas no, no tengo que caer cabeza abajo. ¡Tengo que saltar lejos de la roca!
Todo mi ser se rebela contra esta idea descabellada y clama para no perder el leve contacto con la roca, para poder sujetarse todavía, para lograr salvarme. Pero mi instinto es más fuerte y me obliga a actuar. Me impulso con las piernas en dirección contraria a la pared. Por el aire, fuera, hacia el abismo terrible y despiadado …..
Comienza el atroz y vertiginoso viaje a los infiernos. Aún percibo por completo lo terrible de la situación y soy consciente de lo que sucede a mi alrededor: una breve detención. Comprendo que la primera clavija ha saltado. El segundo. Golpeo contra la roca y sigo resbalando hacia abajo. Todavía intento detenerme, aferrarme a ella, pero una fuerza primigenia sigue impulsándome incesantemente hacia abajo. Estoy perdido. Se acabó …..
Y de pronto ya no siento ningún miedo, el temor a la muerte me ha abandonado, todos los estímulos y las percepciones sensoriales han desaparecido. Sólo más vacío, una completa resignación dentro de mí y la noche a mi alrededor. De hecho ya no estoy «cayendo», sino que floto suavemente sobre una nube por el espacio, liberado de mis ataduras a la tierra, redimido. ¿Nirvana ….?
¿He atravesado ya la puerta oscura que conduce al reino de los muertos? De repente llegan la claridad y el movimiento a la oscuridad que me rodea. Unas líneas se desprenden de las ondas de luz y sombra, vagas y difuminadas al principio, van adoptando ahora formas reconocibles: naturalistas – figuras y caras humanas, un entorno habitual desde hace mucho tiempo. Una película muda en blanco y negro centellea como si se proyectara sobre una pantalla interior. Yo me veo en ella como si fuera un espectador: me dirijo trotando a la tienda de la esquina con apenas tres años de edad. Las pequeñas manos sujetan firmemente la moneda que me ha dado mi madre para que me compre algunos dulces. Cambio de escena: siendo un niño pequeño, mi pierna derecha queda debajo de unos tablones que caen. Mi anciano abuelo, apoyado en un bastón, se esfuerza por levantar los tablones. Mi madre refresca y acaricia mi pie contusionado.
Dos sucesos éstos, de los que yo no me había acordado nunca más.
Centellean más imágenes de mi primera niñez, rápidamente cambiantes, fraccionadas, revueltas como si las viera a través de un caleidoscopio. La cinta de celuloide se ha roto: serpientes de luz atraviesan como relámpagos un fondo negro y vacío. Círculos de fuego, chispas que se esparcen, trémulos fuegos fatuos (¿Me golpearía el cráneo contra la pared?).
La cinta corre de nuevo, pero sus proyecciones ya no proceden de mi vida actual, y ya no me veo sobre la «pantalla» como un mero espectador inactivo. He salido de la película, ahora actúo por mi mismo, vivo y de carne y hueso sobre un escenario que se hace cada vez más grande. Soy un escudero con librea blasonada de pie en una gran sala de caballeros. Nobles en trajes de ceremonia, castellanas de punto en blanco, pajes. Las copas pasan de mano en mano, colorida animación.
Esto pasa como si hubiera sido segado. Nuevas imágenes turbulentas de ese tiempo tan lejano se sacuden convulsas. Ahora parece como si éstas se deshicieran de una cáscara y debajo aparece un motivo pleno de paz y sosiego: camino detrás de un arado de madera por una ancha y llana tierra de labor. Barcos de nubes navegan sobre mí.
Un abrupto fundido en negro al fragor de una batalla extraños jinetes salvajes de largas cabelleras hirsutas cargan al ataque, vuelan las jabalinas. Angustias mortales.
Y todo ello sin un sonido, fantasmal.
De pronto, un grito llega desde la lejanía: «¡Hias!» – y otra vez – «¡Hias, Hias! ¿Una llamada interior? ¿La de alguno de mis camaradas en el combate? Súbitamente dejan de existir la batalla de caballeros y las angustias de la muerte. Sólo paz a mi alrededor y unas rocas soleadas ante mis ojos que ya se han abierto. La película ha terminado, la claqueta se ha cerrado. La ventana abierta a las profundidades del pasado ha quedado nuevamente atrancada. Y una vez más el grito lleno de pánico: «¡Hias, Hias! ¿Estás herido? ¿Cómo estás?» La llamada viene de este mundo, viene de arriba, del amigo que me asegura.
¿Qué cómo estoy? De nuevo me encuentro en una situación peculiar. Cuelgo amarrado a dos cuerdas sobre el abismo como si fuera un saco de harina, me balanceo y me retuerzo en busca de aire. Entonces por fin comprendo que he superado una caída de 30 metros, que he retornado de un largo viaje retrospectivo por mi vida -¿También por una vida anterior?-, y que he regresado a mi cuerpo de nuevo …..
Cuando pienso de vez en cuando en esta dramática escalada en cabeza en la que la dama de la guadaña intentó atraparme en dos ocasiones, me llama la atención sobre todo la curiosa «película» que se proyectó durante la caída sobre una «pantalla interior». Todavía resulta incomprensible que resurgieran acontecimientos sucedidos en mi niñez más temprana, cuando más o menos comenzaba a razonar. Pero la «historia» que se produjo a continuación, la cual reflejaba sucesos que tenían que haberse desarrollado hacía siglos en la vida de mis antepasados. ¿Eran simples y casuales productos de la fantasía, imágenes oníricas sin ninguna relación con la realidad, o eran recuerdos transmitidos genéticamente? Al menos es posible, incluso probable, que mis antepasados vivieran algo similar. ¿Reflejaban quizás experiencias reales vividas por ellos? ¿Impresiones perdurables almacenadas durante generaciones en las capas más profundas de la psique y transmitidas como una herencia desconocida en la relación sexual? ¿Acaso se rompió una válvula bajo la tremenda presión espiritual durante la caída, permitiendo que estas impresiones almacenadas ascendieran de nuevo hacia la consciencia por los sifones de lo subliminal? ¿Las enseñanzas de Buda sobre la reencarnación? Hay cosas entre el cielo y la tierra de las que los sabios nada quieren saber, pero sin embargo, poco a poco, habrán de ser reconocidas ……
Hias REBILSCH 

Las vías ferrattas de Canillo al bolsillo

A veces es sorprendente como pueden salir las cosas. La realidad puede superar incluso la ficción. Resulta que tuve la acertada idea de poner un anuncio en la página web de la FEEC -Federació d’Entitats Excursionistes de Catalunya-. Ponía que buscaba compañero, o compañera, para realizar excursiones y que se pusieran en contacto conmigo. La verdad es que no esperaba que me contestara nadie. Pero esta vez no fue así. Resulta que cada vez más la gente que practica el mismo tipo de montaña que yo con el tiempo se quedan sin amigos para salir. Acabas o no saliendo o saliendo solo. Cualquiera de las dos cosas no entran mucho en mi concepto de montañismo. Total. Un buen día recibo un email. Es de Joan, tiene la misma edad que yo y vive casi al lado de mi casa en Girona. Realmente increíble. Le contesto el email y le propongo quedar para comer o cenar y poder intercambiar ideas y propuestas. No soy de los que le guste que una relación de internet se eternice en este medio. Creo que rápidamente el contacto debe pasar a formar parte de la vida real. Resulta que para temas de montaña este pensamiento es muy fácil de llevarlo a la práctica. En otros temas ya la cosa pasa a ser harinas de otro costal. En fin. ¡Qué se le va a hacer!
La comida transcurre muy fluida y se hablan de muchos temas. Quedamos para hacer unas canales de hielo en el macizo del Cadí. El fin de semana escojido es el del puente del 1 de mayo del 2003. Recuerdo perfectamente como en un momento de la comida mi nuevo compañero me hizo, según él, una pregunta casi indecente … ¿Si ahora te preguntara la montaña que más te gustaría intentar ahora cuál sería? Yo le contesté casi sin dudar … el Ama Dablam. ¡Joe! … me contestó … yo creo que ni tú ni yo ahora estamos preparados para enfrentarnoa a semejante reto. No … le contesté yo convencido … o … igual no tanto. Tiempo al tiempo.
La cuestión es que el día acordado ya íbamos camino del Cadí. Hemos quedado con Emilio a la hora de la cena. También es otro contactado por la web de la FEEC. Los tres nos conoceremos gracias a internet. Durante el viaje yo le pregunto a Joan como es que no sale con su grupo excursionista a la montaña. El motivo básico que me alude es que no le gusta ir con ellos porque siempre cambian de plan a última hora. Claro eso no es serio. Si se queda para ir a un sitio pues hay que respetarlo. Ya lo entiendo yo perfectamente. Pero … a nosotros nos va a pasar lo mismo que criticamos … Resulta que al llegar al Cadí vemos que ya no queda nieve en las canales y dedicimos cambiar radicalmente de plan … nos vamos a ir a hacer vías ferrattas a Andorra. Como resulta que todo el material que llevamos es para hacer hielo no llevamos nada para roca. Total que antes de empezar tenemos que pasar por una tienda y comprar un disipador, un cordino y un par de mosquetones de seguridad. Ya estamos listos.

Roc del Quer
Roc del Quer

El primer objetivo del sábado 3 de mayo fue la directísima al Roc del Quer de la parroquia de Canillo. Esta vía ferratta sube por la parte más vertical y extraplomada de la pared. Esto hace que se sucedan una serie de pasos muy atléticos desde el primer momento. La vía en cuestión no es que sea muy difícil, precisamente, pero es exigente. Dejamos el coche en un aparcamiento que hay en la misma carretera que sube de Canillo hacia Ordino. El aparcamiento está después de una primera curva muy cerrada y una recta. El inicio de la ferratta está en esta misma recta hacia el centro de la misma y hay una placa indicativa. El itinerario nos lo encontramos perfectamente equipado con cables, cadenas, peldaños y presas muy divertidas. Hay, de vez en cuando, puntos para rapelar por si la cosa se pone fea y conviene hacer un abandono honroso.

Roc del Quer
Roc del Quer

Nosotros disfrutamos la vía y del día. No paramos de hablar y no paramos de hacer fotos. El resultado es el que se puede ver en el reportaje fotográfico. Estuvimos casi un par de horas que pasaron casi sin darnos cuenta. El punto clave de la ascensión está hacia el final que se sortea un gran extraplomo por su izquierda y luego se supera con una travesía de vértigo. Realmente no es apto para cardíacos.

Roc del Quer
Roc del Quer
Roc del Quer
Roc del Quer

Una vez terminamos la vía en el mirador nos fuimos a comer a Canillo. Engullimos unos macarrones en un santiamén. Medio en broma medio en serio comentamos si hacíamos otra vía para aprovechar la tarde. Yo como pensaba que Joan estaba mas bien de broma le dije que vale. Pero la broma acabó en serio. Joan y yo nos dirijimos a la vía ferratta de Racons mientras nos despedíamos de Emilio que ya regresaba a Barcelona. Racons es una vía francamente difícil. En la directísima del Roc del Quer cuando necesitas hacer un paso siempre te encuentras un peldaño. En Racons ni de broma. Ahí radica su dificultad. Tiene peldaños pero estan tan espaciados el uno del otro que casi siempre hay que hacer una presa intermedia en la misma roca. Francamente elegante, seria y atlética. Tiene a mi manera de ver dos pasos interesantes. Uno es un largo en el que se transcurre por una roca vertical sin un puñetero escalón que si fuera en libre sería como mínimo de cuarto. En este caso tienes una cadena y un cable de seguridad. Pero nada más. Y el otro paso es el extraplomo. Superar el extraplomo que está al final de la vía tiene su intríngulis. Simplemente te quedas sin fuerzas de brazos. La torta que te espera es de campeonato. Y el brazo ya no responde. Se supera con una dosis de sangre fría fuera de lo normal y una inyección adrenalítica sin parangón. Eso sí la recomiendo. Es una vía que hay que hacer para el que se dedique al ramo este nuestro de las locuras de conquistas de lo inútil.

Racons
Racons
Racons
Racons

Ya cansados de las dos vías nos dirijimos de nuevo al mirador del Roc del Quer. Allí nos encontramos con un grupo en el que había unas cuantas escaladoras. Mi locuaz compañero enseguida entabló conversación. La cuestión es que ni nuestro vino ni nuestra oferta de compartir vivac tuvo mucho éxito entre las féminas. Seguramente fue porque nos dijeron que eran de Andorra y claro siempre puede ser mejor dormir en una cómoda cama que en un cómodo prado de hierba. De todas formas yo creo que esa bella noche se equivocaron de elección. El vivac bajo las estrellas después de haber bebido el vino fue realmente una experiencia única.

Canal del Grau
Canal del Grau

Al día siguiente nuevo objetivo: la Canal del Grau. Resulta que cuando terminas la vía ferratta de Racons puedes empalmarla con la de la Canal del Grau. Por poder todo se puede en esta vida pero son dos vías francamente duras. Para hacer el mencionado empalme hay que tener una fuerza física ya importante. La vía de la canal del Grau es tan difícil como la de Racons ni más ni menos.

Canal del Grau

Tiene un aire diferente con sus travesías y sus puentes colgantes pero no deja de ser difícil. Tiene sus extraplomos pero son bastante más limitados que el último de Racons. Se sube a una espectacular aguja y después tiene a mi modo de ver quizás el paso más comprometido. Se trata de una travesía que sólo se puede superar en oposición a lo Dülfer.

Canal del Grau
Canal del Grau
Canal del Grau
Canal del Grau

La bajada la hicimos por la misma canal dando un primer rodeo inicial. Después de comer estuvimos de tiendas por este caótico pequeño país pirenaico y por la tarde dirijimos nuestros doloridos cuerpos hacia un merecido descanso.

Canal del Grau
croquis vías ferrattas de Canillo
croquis vías ferrattas de Canillo

© Miquel J. Pavón i Besalú. Año 2.003.