Extrañas experiencias que se viven en la montaña

En el instante de la caída en que se es consciente de la muerte, aparece la liberación de todo miedo, toda la vida pasa ante un ojo interior, se pierde el sentido del tiempo y frecuentemente se recuerda afectivamente a la familia y a los amigos y se tiene la sensación de estar fuera del propio cuerpo.
En las experiencias límite a gran altitud también es típica la experiencia de estar observándose uno mismo. Además, en la zona de la muerte se producen ruidos extraños, alucinaciones y, frecuentemente, un sentimiento de plenitud, una capacidad de comunicarse sin tener que hablar de viva voz.
Sin embargo, todas estas «extrañas experiencias» no sólo son posibles durante la caída y en la zona de la muerte, sino que también pueden encontrarse frecuentemente en otras situaciones límite, como en tormentas, después de haber superado un pasaje difícil o vivaqueando.
Peter Habeler y yo dejamos de hablarnos mientras escalábamos en el verano de 1975 las pendientes superiores del Hidden Peak (8068 m) en el Karakorum. El esfuerzo necesario para hablar hubiese sido demasiado grande. Pero a pesar de ello, yo entendí todo lo que Peter quiso decirme. Y pude percibir su pensamiento de respuesta siempre que quise preguntarle como deberíamos seguir, frecuentemente incluso sin tener que mirarnos. Conversábamos entre nosotros sin hablar.
Arriba en la cumbre sentí una profunda paz interior, una especie de «nirvana». Mi actitud ante la vida había cambiado considerablemente cuando estuve de vuelta en el valle. Esto mismo pude experimentarlo más intensamente en 1970 cuando me dejé caer completamente agotado al pie del Nanga Parbat en el valle de Diamir. Yo había aceptado entonces la muerte por primera vez, y esto tuvo unas consecuencias decisivas para mi existencia de ahí en adelante.
Hoy sé que el ser humano no es algo indestructible, sino mas bien un proceso, una circunstancia cambiante. Le tengo a la vida tan poco miedo como a la muerte, y quiero estar tan poco constreñido como sea posible, no saber aquello que no he vivido.
Reinhold MESSNER en «La zona de la muerte: terreno fronterizo«.

Conciencia o inconsciencia ????

«No estamos centrados. A veces nos sentimos centrados, pero son momentos en los que una situación nos hace conscientes. Si de pronto se produce una situación muy peligrosa, empezarás a sentir un centro dentro de tí, porque cuando estás en peligro te vuelves consciente. Si alguien va a matarte, en ese momento no puedes pensar; en ese momento no puedes seguir inconsciente. Toda tu energía está centrada, y ese momento se vuelve sólido. No puedes moverte hacia el pasado, no puedes moverte hacia el futuro …. este momento concreto se convierte en todo. Y entonces no solo eres consciente del asesino, sino que te haces consciente de tí mismo, el que va a ser asesinado. En ese sutil momento empiezas a sentir un centro en tu interior.
Por eso los deportes peligrosos tienen su atractivo. Pregúntale a alguien que haya subido a la cima del Gourishankar, del monte Everest. Cuando Hillary llegó allí por primera vez, debió de sentir de repente un centro. Y cuando alguien llegó por primera vez a la Luna, debió de experimentar una repentina sensación de centro. Por eso el peligro tiene su atractivo. Vas conduciendo un coche, cada vez a más velocidad, hasta que la velocidad se convierte en peligrosa. Entonces no puedes pensar; los pensamientos cesan. Entonces no puedes soñar. Entonces no puedes imaginar. Entonces el presente se vuelve sólido. En ese momento peligroso, cuando la muerte es posible a cada instante, te haces súbitamente consciente de un centro en tu interior. El peligro tiene atractivo únicamente porque en algunas situaciones peligrosas te sientes centrado.»
OSHO en «Conciencia, la clave para vivir en equilibrio».