Situación: El Pic Verdaguer es un tresmil del Pirineo que está en el macizo de la Pica d’Estats. Es una cumbre fronteriza que está entre España y Francia.
Aproximación: Si queremos acceder por el norte, el lado francés, es por la carretera que va de Tarascó d’Arieja, pasando por Auzat, Vic-de-Sòs y que acaba en l’Artiga. Los itinerarios del lado sur, el catalán, se hacen remontando la Vall Ferrera desde Arreu o el valle de Broate desde Tabascan.
Ruta normal:
Arista este. F (I). Lo normal es ir a esta cumbre desde la Pica d’Estats porque está muy cerca. Hay un cuarto de hora por un terreno fácil.
Otras rutas:
Arista oeste. AD (III). Desde el coll de Sotllo (2894 m) se ve a la derecha una canal rocosa que sube oblícuamente y de forma muy directa. Luego llega a la aérea cresta en su tramo final.
¿Qué es lo que tiene que cambiar en el alpinismo para que pasemos del «alpinismo de conquista» del siglo pasado al «alpinismo del ser» del futuro?
En primer lugar tenemos que librarnos de la cumbre entendida como una posibilidad de posesión.
Esta puede ser como mucho el punto final. En tanto que prevalezca la opinión de que una montaña puede ser vencida, de que una cumbre puede ser adquirida, poseída de alguna manera al escalarla, seguiremos completamente atrapados en la fase de conquista del alpinismo y seremos esclavos de las cumbres. El Matterhorn ….. «Ya está hecho, listo». Así habla el conquistador que vive de los resultados palpables y no de las vivencias.
Pero tampoco podemos esperar que las montañas nos proporcionen el sentido de nuestra existencia.
Partiendo de esta base, el alpinismo alberga muchos estímulos capaces de hacernos personas conscientes de nuestra existencia: la obligación de ser uno mismo aquí y ahora, el despertar del yo subconsciente de la zona fronteriza y el reconocimiento de las propias limitaciones. Sólo la aceptación de que nada ni nadie excepto yo mismo le da sentido a mi vida, el reconocimiento de este vacío por lo tanto, es lo que me permite desarrollar una actividad libre. Y a este respecto yo entiendo mucho más la libertad como una oportunidad de ser yo mismo que como la posibilidad de hacer o dejar de hacer lo que quiera. El desarrollo de mi propia personalidad y la de mis semejantes se convierte en la meta de la existencia, de la vida y de todo lo que comporta. Quien ha aprendido a vivir y por lo tanto se ha visto confrontado con su propia nada, no puede matar a nadie. Para él son secundarios el poder, las cosas materiales, los ídolos y las ideologías. Su confianza en sí mismo, la consciencia de su propia identidad y con ella, también su seguridad, descansan sobre su creencia de lo que realmente es y puede hacer. Su capacidad para el pensamiento crítico no sólo se desarrolla a partir de la vida que le ha sido dada, también a partir de la muerte.