Ameal de Pablo (2505 m) y Risco Moreno (2478 m)

  • Las dos primeras fotos son del Ameal de Pablo y del Risco Moreno vistos desde la Garganta de Gredos por lo que es su vertiente sur. Están hechas los días 29 y 30 de diciembre de 1983.

  • Las dos últimas fotos son del Ameal de Pablo y del Risco Moreno pero ahora son vistos desde el Venteadero su vertiente norte. Están hechas los días 29 y 30 de diciembre de 1983.
  • © Miquel J. Pavón i Besalú. Año 2.002.

    La Galana (2568 m)

  • Las fotos son de cara este de La Galana. Los corredores de nieve que acceden a su cumbre son muy interesantes. Nosotros subimos por la canal central y la verdad es que la disfrutamos mucho. Están hechas los días 29 y 30 de diciembre de 1983.
  • La Galana
    La Galana

    Carretera, carretera y Yelmo

    21 de junio de 1982.
    Como todas las excursiones esta ha sido divertida y dura todo lo que seas capaz de imaginarte.

    Todo comenzó el domingo día 20 de junio a las 8.30 cuando nos damos cuenta de que no teníamos bicis suficientes y estábamos a punto de perder el tren. Teníamos previsto llevar las bicis en el tren hasta Ávila y desde allí pedalear hasta Gredos para hacer alguna excursión. Como vimos que nuestro transporte para Ávila lo perdíamos decidió Miguel J. sobre la marcha y con total improvisación ir a la Pedriza. El recorrido ahora será todo en bici desde Madrid y así ahorrábamos el dinero del tren.
    Pasó el tiempo y finalmente todos tenían una bici. Algunas eran de carreras y otras no pero la cuestión es que ya todos teníamos una y ya podíamos marchar. Salimos de Madrid a buen ritmo y pedaleando fuerte pero pronto aparecieron las primeras víctimas. En la primera gasolinera de la autopista tuvimos que arreglar con cinta aislante una potente raja en la cubierta de la bicicleta de Carlos P. Pero para nosotros eso no era nada y gracias a la experiencia de Miguel J. estuvo solucionado en un abrir y cerrar de ojos. Continuamos los trece rodando por la carretera. Parábamos a menudo pues el cansancio, el calor y los dolores corporales se hacían notar en nosotros.

    Y como merecimiento a nuestro esfuerzo paramos a comer o a desayunar ya no sé exactamente qué pues eran las doce del mediodía. Después de la suculenta comida llegamos a la ermita de Nuestra Señora de los Remedios y desde allí seguimos el recorrido hasta que al fin, casi desesperados, llegamos al palacio de Chema. Rellenamos nuestro aparato digestivo y tuvimos mucho cuidado con su pino. Rápidamente nos embalamos directamente a Soto y buscamos un bar que nos dejara entrar para ver el partido de España contra Yugoeslavia del campeonato mundial de fútbol España-82.
    Continuamos la aventura hasta que llegamos al pantano de Santillana. Había un gran cartel que anunciaba: «PROHIBIDO EL PASO. HIDRÁULICA SANTILLANA, S.A.» Pero eso no nos detuvo y pasamos ampliamente. Eso sí nos instalamos en un lugar oculto para vivaquear y los que quisieron fuimos a ver jugar a España.
    Al día siguiente nos encaminamos hacia el Yelmo. Es un monte con una altura de 1714 metros formado en su mayoría de piedra granítica pero será mejor que me deje de sabidurías. Al grano. Bien remojados en un caño de agua comenzamos la primera subida. Ahora ya lo hacemos a pie. La primera parada fue muy corta pues no era muy necesaria. Paramos en un río donde Justo, Carlos y Jaime cazaron de todo. Entre sus presas y bichos varios destacaré dos culebras de agua que llegaron a conservarlas hasta el final de la excursión como mascotas. Aquí ya nos dividimos. Algunos continuaron subiendo y los otros se quedaron en el río. Llegó el momento crucial. Estábamos en la falda del Yelmo. Estábamos algo decaídos. Pero abrimos las latas de melocotón en almíbar y con su dulce jugo mojamos nuestro seco paladar quedando reanimadas nuestras mentes y repuestas nuestras fuerzas. Poco a poco seguíamos el camino que un tal Maesso había marcado con líneas blancas y amarillas. Los cardos hacían mella en nuestras piernas y el Sol quemaba nuestras espaldas sudadas y cansadas.


    Pronto nos encontramos delante de una inmensa roca de unos 250 metros aproximadamente. No sabíamos por dónde proseguir. Había que escalar. Después de reconocer el terreno dimos con un camino que subía por una empinada chimenea. Cuando llegamos a la cima gritamos tres veces victoria.
    Bajamos a la velocidad del rayo y llegamos pronto al pantano donde nos bañamos para limpiar la mugre. Luego bajamos a Soto para comprar comida para los días siguientes. En el nuevo amanecer nos bañamos en el pantano sin que nos viera nadie y desayunamos en gran cantidad para emprender la vuelta. A gran velocidad llegamos a la gasolinera en la que habíamos tenido la primera avería y desde allí ya fue todo sangre, sudor y lágrimas como dijo Wiston Churchill.
    Nota del webmaster MJ: José Mª cuando me escribió esta historia tenía doce años …
    © José Mª Garrido. Año 2.002.