En el vocabulario de los pueblos esquimales podríamos encontrar más de cien palabras diferentes para designar a lo que nosotros conocemos como la nieve o hielo. Entre los muchos y diferentes tipos de nieve destacaremos las siguientes: Nieve blanda: Aquella en la que nos hundimos. Nieve costra: La que su capa superior es firme pero que también cede bajo el peso del caminante. Nieve dura: La que es resistente y requiere el uso de crampones si el terreno tiene cierta pendiente. Suele ser muy resbaladiza. Nieve firme: Nieve costra. Nieve fresca: Nieve recién caída. Nieve húmeda: Nieve que tiene un gran porcentaje de agua. Pesada de remover. En pendientes fuertes evitar las travesías puesto que puede dar lugar a un alud. Nieve persistente: Nieve que no acostumbra a fundirse en todo el año. Nieve podrida: En general es nieve vieja y a menudo saturada de agua cuando no ha helado durante varias noches seguidas. O bien, es nieve fresca recalentada durante el día y no helada durante la noche porque la temperatura es demasiado elevada. Peligrosa y pesada. Nieve polvo: Nieve recién caída y seca, la ideal para esquiar. Permite una marcha normal elevando más o menos pies y piernas a cada paso según sea la profundidad de la nieve. Nieve primavera: La que cae durante la primavera. La primera nieve. Muy esponjosa. Peligro clarísimo de aludes si cae sobre una capa de nieve antigua de años anteriores. Nieve seca: Es nieve polvo con bajo porcentaje de agua.