Nieve

En el vocabulario de los pueblos esquimales podríamos encontrar más de cien palabras diferentes para designar a lo que nosotros conocemos como la nieve o hielo. Entre los muchos y diferentes tipos de nieve destacaremos las siguientes:
Nieve blanda: Aquella en la que nos hundimos.
Nieve costra: La que su capa superior es firme pero que también cede bajo el peso del caminante.
Nieve dura: La que es resistente y requiere el uso de crampones si el terreno tiene cierta pendiente. Suele ser muy resbaladiza.
Nieve firme: Nieve costra.
Nieve fresca: Nieve recién caída.
Nieve húmeda: Nieve que tiene un gran porcentaje de agua. Pesada de remover. En pendientes fuertes evitar las travesías puesto que puede dar lugar a un alud.
Nieve persistente: Nieve que no acostumbra a fundirse en todo el año.
Nieve podrida: En general es nieve vieja y a menudo saturada de agua cuando no ha helado durante varias noches seguidas. O bien, es nieve fresca recalentada durante el día y no helada durante la noche porque la temperatura es demasiado elevada. Peligrosa y pesada.
Nieve polvo: Nieve recién caída y seca, la ideal para esquiar. Permite una marcha normal elevando más o menos pies y piernas a cada paso según sea la profundidad de la nieve.
Nieve primavera: La que cae durante la primavera. La primera nieve. Muy esponjosa. Peligro clarísimo de aludes si cae sobre una capa de nieve antigua de años anteriores.
Nieve seca: Es nieve polvo con bajo porcentaje de agua.

Hipnosis

Para Coué, en cada hombre hay una continua interacción entre dos partes fundamentales que están presentes en la configuración de la conciencia individual: el Yo primero consciente y el Yo segundo inconsciente.
Es el Yo segundo el que nosotros no conocemos, el que se presenta de forma dual, mitad genio y mitad esclavo. «Este Yo segundo no duerme nunca y se ocupa de todo lo que el Yo primero le propone. Es el guardián de nuestra memoria, y en cuanto nosotros le pedimos algo que la memoria ha relegado, él lo encuentra sin el más mínimo esfuerzo. Pero se demora en estancias tan lejanas que resulta difícil establecer una relación con él y transmitirle aquello de lo que tenemos necesidad. Parece ser que el mejor momento es aquel en que nuestro Yo primero no está de servicio, es decir, el momento en el cual se está a punto de cojer el sueño, y también el que sigue inmediatamente al despertar» (E. Coué).
Valerio SANFO en Hipnosis y autohipnosis.