Situación: Es un tresmil secundario de los Pirineos que está en el macizo del Balaïtous en la frontera de España con Francia. Se considera el tresmil del Pirineo con la vía normal más difícil.
Aproximación: El acceso por el sur es desde la población oscense de Sallent de Gállego que está en el valle de Tena y desde el norte desde Arrens-Marsous que está en el val d’Azun.
Ruta normal:
Arista de Costerillou. D (IV+). Son unas 4 horas para unos 800 metros de desnivel. Es una escalada en roca.
El acceso a la arista se hace por el mismo corredor oblícuo que se usa para acceder a la aguja d’Ussel. Es bastante reconocible porque tiene un color más claro y asciende la pared de derecha a izquierda. En el inicio de la arista hay que abandonar el filo en varias ocasiones yendo por la vertiente norte del glaciar de Les Néous. A medida que nos acerquemos a la Torre los franqueos serán más por la vertiente sur de Latour. Antes de llegar a la base de la Torre hay que superar una placa y luego por un pequeño corredor que nos situará en el mismo filo de la arista. A partir de aquí hay que superar el paso más complicado (IV+/V) que está pitonado y luego un diedro final hasta la cumbre. La continuación hacia el Balaïtous es con rápel.
Refugios: refugio de Respumoso (2220 m), refuge Ledormeur (1250 m) y refuge de Larribet (2072 m).
Tengo la gran fortuna, por ironías del destino, de vivir una buena parte del año en la localidad de Campo de la provincia de Huesca en una zona que se puede considerar muy próxima al centro del Pirineo. Muchas tardes, antes de que anochezca, me doy una caminata desde mi apartamento situado en el centro del pueblo hasta el precioso mirador de Collabardina desde el que se divisa el macizo del Turbón y la entrada al valle de Benasque con el macizo del Cotiella al fondo. Andando se llega en algo menos de una hora de subida y unos tres cuartos de hora de bajada. Son unos doscientos metros de desnivel. El camino va por una pista forestal y es muy solitario a excepción de la época de recogida de setas que se puede ver a alguien. Está marcado como un GR de pequeño recorrido con señales blancas y amarillas. Es el PR HU-121 que continuaría del mirador hacia Foradada del Toscar.
Saliendo del centro del pueblo de Campo hay que salir hacia la carretera general y dirigirse en dirección a Benasque, hacia la parte alta del valle. Justo a la salida de la localidad se cruza un puente y a mano izquierda hay una entrada que conduce al río Ésera. Es muy utilizada por los aficionados al rafting porque conduce a una gran explanada que está al lado del río y es muy adecuada para embarcar. Llegando al río hay que continuar un pequeño trecho río arriba con el objeto de cruzar el puente que se divisa a lo lejos. Una vez cruzado el puente del río Ésera a poca distancia hay un desvío a mano derecha que nos conducirá ya directamente hasta el mirador pasando antes por la ermita de San Bllascut o San Belastuto.
El descenso se puede realizar por el mismo camino de subida o desde el mirador continuar por el camino que sigue a continuación y que hace un poco de bajada. Esta opción es algo más larga que la subida, un cuarto de hora, pero tiene un precioso recorrido por toda una zona de robles centenarios preciosa.
Para los amantes de la escalada en hielo he descubierto una pequeña casacada muy cercana a la ermita de San Bllascut y accesible en coche hasta casi su mismo pie. Queda subiendo a menos de cinco minutos. El hielo se forma en los meses más fríos del año y tiene un desnivel de unos 30 metros en total. Es muy interesante para los que deseen hacer prácticas en hielo. El valle de Bensaque en los días de mucho frío y nieve queda todo inaccesible mientras que a esta cascada casi siempre se puede llegar haga el mal tiempo que haga. En la zona superior de la cascada hay unos árboles muy gruesos que permiten hacer seguros a prueba de bomba.
Estoy junto a la gran panza de la cara sur del Goldkappel, asegurado por mi compañero mediante la doble cuerda. Tanteo hacia arriba con la mano derecha y me agarro a una regleta de bordes afilados. Me alzo tirando de ella con precaución. Entonces oigo un crujido leve y siento cómo la presa cede algo. ¡¿Se rompe?! Siento una sacudida como si fuera una descarga eléctrica: ¡Me despeño, es el final ….! ¡¡No te caigas!! A la velocidad del rayo lanzo la mano en dirección a una escama minúscula que hay encima de mi, pero se astilla. La siguiente, la tercera, todas se rompen …..
Mis pies todavía descansan sobre sus presas debajo del extraplomo, pero las manos ya no tocan la roca. Un puño gigantesco tira de mi cuerpo hacia atrás. No debo dar una vuelta de campana, de espaldas no, no tengo que caer cabeza abajo. ¡Tengo que saltar lejos de la roca!
Todo mi ser se rebela contra esta idea descabellada y clama para no perder el leve contacto con la roca, para poder sujetarse todavía, para lograr salvarme. Pero mi instinto es más fuerte y me obliga a actuar. Me impulso con las piernas en dirección contraria a la pared. Por el aire, fuera, hacia el abismo terrible y despiadado …..
Comienza el atroz y vertiginoso viaje a los infiernos. Aún percibo por completo lo terrible de la situación y soy consciente de lo que sucede a mi alrededor: una breve detención. Comprendo que la primera clavija ha saltado. El segundo. Golpeo contra la roca y sigo resbalando hacia abajo. Todavía intento detenerme, aferrarme a ella, pero una fuerza primigenia sigue impulsándome incesantemente hacia abajo. Estoy perdido. Se acabó …..
Y de pronto ya no siento ningún miedo, el temor a la muerte me ha abandonado, todos los estímulos y las percepciones sensoriales han desaparecido. Sólo más vacío, una completa resignación dentro de mí y la noche a mi alrededor. De hecho ya no estoy «cayendo», sino que floto suavemente sobre una nube por el espacio, liberado de mis ataduras a la tierra, redimido. ¿Nirvana ….?
¿He atravesado ya la puerta oscura que conduce al reino de los muertos? De repente llegan la claridad y el movimiento a la oscuridad que me rodea. Unas líneas se desprenden de las ondas de luz y sombra, vagas y difuminadas al principio, van adoptando ahora formas reconocibles: naturalistas – figuras y caras humanas, un entorno habitual desde hace mucho tiempo. Una película muda en blanco y negro centellea como si se proyectara sobre una pantalla interior. Yo me veo en ella como si fuera un espectador: me dirijo trotando a la tienda de la esquina con apenas tres años de edad. Las pequeñas manos sujetan firmemente la moneda que me ha dado mi madre para que me compre algunos dulces. Cambio de escena: siendo un niño pequeño, mi pierna derecha queda debajo de unos tablones que caen. Mi anciano abuelo, apoyado en un bastón, se esfuerza por levantar los tablones. Mi madre refresca y acaricia mi pie contusionado.
Dos sucesos éstos, de los que yo no me había acordado nunca más.
Centellean más imágenes de mi primera niñez, rápidamente cambiantes, fraccionadas, revueltas como si las viera a través de un caleidoscopio. La cinta de celuloide se ha roto: serpientes de luz atraviesan como relámpagos un fondo negro y vacío. Círculos de fuego, chispas que se esparcen, trémulos fuegos fatuos (¿Me golpearía el cráneo contra la pared?).
La cinta corre de nuevo, pero sus proyecciones ya no proceden de mi vida actual, y ya no me veo sobre la «pantalla» como un mero espectador inactivo. He salido de la película, ahora actúo por mi mismo, vivo y de carne y hueso sobre un escenario que se hace cada vez más grande. Soy un escudero con librea blasonada de pie en una gran sala de caballeros. Nobles en trajes de ceremonia, castellanas de punto en blanco, pajes. Las copas pasan de mano en mano, colorida animación.
Esto pasa como si hubiera sido segado. Nuevas imágenes turbulentas de ese tiempo tan lejano se sacuden convulsas. Ahora parece como si éstas se deshicieran de una cáscara y debajo aparece un motivo pleno de paz y sosiego: camino detrás de un arado de madera por una ancha y llana tierra de labor. Barcos de nubes navegan sobre mí.
Un abrupto fundido en negro al fragor de una batalla extraños jinetes salvajes de largas cabelleras hirsutas cargan al ataque, vuelan las jabalinas. Angustias mortales.
Y todo ello sin un sonido, fantasmal.
De pronto, un grito llega desde la lejanía: «¡Hias!» – y otra vez – «¡Hias, Hias! ¿Una llamada interior? ¿La de alguno de mis camaradas en el combate? Súbitamente dejan de existir la batalla de caballeros y las angustias de la muerte. Sólo paz a mi alrededor y unas rocas soleadas ante mis ojos que ya se han abierto. La película ha terminado, la claqueta se ha cerrado. La ventana abierta a las profundidades del pasado ha quedado nuevamente atrancada. Y una vez más el grito lleno de pánico: «¡Hias, Hias! ¿Estás herido? ¿Cómo estás?» La llamada viene de este mundo, viene de arriba, del amigo que me asegura.
¿Qué cómo estoy? De nuevo me encuentro en una situación peculiar. Cuelgo amarrado a dos cuerdas sobre el abismo como si fuera un saco de harina, me balanceo y me retuerzo en busca de aire. Entonces por fin comprendo que he superado una caída de 30 metros, que he retornado de un largo viaje retrospectivo por mi vida -¿También por una vida anterior?-, y que he regresado a mi cuerpo de nuevo …..
Cuando pienso de vez en cuando en esta dramática escalada en cabeza en la que la dama de la guadaña intentó atraparme en dos ocasiones, me llama la atención sobre todo la curiosa «película» que se proyectó durante la caída sobre una «pantalla interior». Todavía resulta incomprensible que resurgieran acontecimientos sucedidos en mi niñez más temprana, cuando más o menos comenzaba a razonar. Pero la «historia» que se produjo a continuación, la cual reflejaba sucesos que tenían que haberse desarrollado hacía siglos en la vida de mis antepasados. ¿Eran simples y casuales productos de la fantasía, imágenes oníricas sin ninguna relación con la realidad, o eran recuerdos transmitidos genéticamente? Al menos es posible, incluso probable, que mis antepasados vivieran algo similar. ¿Reflejaban quizás experiencias reales vividas por ellos? ¿Impresiones perdurables almacenadas durante generaciones en las capas más profundas de la psique y transmitidas como una herencia desconocida en la relación sexual? ¿Acaso se rompió una válvula bajo la tremenda presión espiritual durante la caída, permitiendo que estas impresiones almacenadas ascendieran de nuevo hacia la consciencia por los sifones de lo subliminal? ¿Las enseñanzas de Buda sobre la reencarnación? Hay cosas entre el cielo y la tierra de las que los sabios nada quieren saber, pero sin embargo, poco a poco, habrán de ser reconocidas ……