¿Qué es un alud?

Un alud es el desprendimiento de una masa de nieve con unas dimensiones y recorrido variables que se pone en movimiento bajo la acción de la gravedad.
La formación de un alud depende de la naturaleza y perfil del terreno, la calidad de la nieve y la temperatura.
– Las superficies lisas, césped, losas o rocas pulidas son superficies propicias a los aludes por su carácter resbaladizo.
– Las pendientes convexas son más peligrosas que las pendientes cóncavas terminadas en llano. Asímismo, la inclinación permite la sustentación de una masa de nieve en función de su cohesión. Cuanto más vertical sea la ladera de la montaña más dura deberá ser la nieve.
– Las nieves más frescas y las nieves no adherentes son las más inestables.
– Cuando la temperatura se eleva la nieve se humedece y se hace más pesada lo que aumenta su inestabilidad. Por el contrario, el frío la estabiliza al entrecruzarse los cristales de hielo.
Las causas de desencadenamiento de un alud hay que buscarlas en la ruptura del equilibrio, mecánico o térmico (deshielo), entre las fuerzas que favorecen el movimiento como es el peso de la nieve y las que se le oponen como son la cohesión interna de la nieve, las fuerzas de rozamiento, las fuerzas de anclaje, etc. Las causas y situaciones en las que se rompe el equilibrio son muy variables y por tanto se pueden dar muchos tipos de alud.
Atendiendo a la calidad de la nieve que se podría definir por su temperatura, densidad y cohesión entre los granos se puede establecer una clasificación de los diferentes tipos de aludes.
El alud de nieve en polvo se produce durante o poco después de intensas nevadas con temperaturas inferiores a los -5 grados centígrados. Se dan en invierno y en pendientes muy pronunciadas. Son aludes que se generan cuando los copos de nieve se rompen y pierden cohesión, generalmente, por un fuerte viento y muy violento, el desplazamiento de aire de otro alud, una caída de una cornisa, unos bloques de piedras o un montañero. Se producen, por tanto, en el momento en que se ve caer la nieve de las ramas de los árboles y de los tendidos eléctricos. La nieve es seca, ligera y tiene una gran movilidad. Un violentísimo soplo lo precede. Son aludes muy rápidos y peligrosos por su gran poder destructivo incluso en la vertiente opuesta. Vuela en torbellinos.
El alud de nieve fresca húmeda es el típico alud de primavera aunque puede producirse durante el invierno siempre que la temperatura sea alta. Alud típico de los períodos de elevación de la temperatura al ser muy sensible a los efectos térmicos. Se origina en vertientes sobre todo las que están orientadas hacia el sur. La nieve al ser húmeda y pesada tiene un desplazamiento relativamente lento con un efecto aplastante a causa de su peso. Baja rodando y produce un desplazamiento de aire bastante potente. Al detenerse se endurece instantáneamente.
El alud de nieve mojada es sobre todo un alud de primavera que puede producirse durante el invierno en caso de lluvia. El Sol, el foehn, la lluvia y las contracciones de las heladas lo desencadenan. Es bastante previsible. Suele producirse siempre en el mismo lugar. Desciende con lentitud pero lo arrasa todo. Hay que evitar los couloirs pues es la ruta que suele elegir.
La nieve que forma el alud de placa tiene suficiente cohesión para romperse en grandes bloques. Se producen en vertientes abiertas y sobre todo en zonas con una forma convexa. Es un alud peligrosísimo por su carácter imprevisto. La placa está formada por nieve apretada superficialmente y que no se ha adherido a la capa inferior separándolas una capa de aire. Son sonoras y suenan a hueco si se golpean pues forman como una bóveda. Las más peligrosas son en invierno. Descienden deslizándose y por una rotura de su equilibrio por una causa mecánica. El viento es el responsable de la existencia de muchas de las sobreacumulaciones de nieve que pueden romperse dando lugar a un alud de placa de viento.
El alud de cornisa se produce principalmente en invierno y en primavera. En verano las cornisas son más estables aunque su equilibrio siempre es precario.
El alud de séracs se deben al simple desplazamiento natural de los glaciares y se producen a cualquier hora. Sólo cabe cruzar las zonas más expuestas con la mayor velocidad que nos sea posible.

Pedraforca, victoria inesperada

Una excursión realizada el 30 de enero de 1977.
La cosa tiene su interés. Lo cierto es que no pensaba salir de excursión. Tengo que agradecer a mi buen amigo Miguel que llamara y que, aunque no estuviera en casa, tuviera la valentía de decir un nombre que por sí mismo ya eleva los ánimos y da ganas de desperezarse.
Sábado. El día es espléndido, el viento más bien frío, los ánimos elevados. A las cuatro cuarenta y cinco salen de Girona. En la subida de los Tres Pins el coche no pierde velocidad, preludio de seguridad. Serra Cavallera está blanca por la nieve y las nubes rojizas por el viento. Sant Pau de Seguries respira aires de fiesta aunque un hombre de piel morena y arrugada afirma con un pesar muy elocuente que sopla la tramontana de Núria mientras la gente pasa el frío y alegra el corazón bailando sardanas de finas notas. Los compases de este baile que llevamos tan adentro hacen estremecerse de gozo mis entrañas que se quieren calentar tanto del frío de los pies como del frío de patria. Pero tengo las manos ocupadas de un líquido que también calienta y la espera se me hace larga con tantos deseos y tantas llamas que queman.
Llega Cayetano con aires de superioridad: cuanto más altos más aires. Coches lentos que hacen aminorar la marcha y vómitos molestos la hacen parar: tantas curvas remueven cualquier estómago. Lo aprovechamos para hacer un tentenpié y un traguito de vino. Un corazón contento entona canciones de una voz universal y muy pronto el coche se convierte en un coro. Nos acompañan los estratos que van siguiendo la carretera, ahora casi verticales y agudos, ahora tumbados y bajos. En la Pobla de Lillet la benemérita se calienta en un «foc» (fuego) y el chofer celebra las curvas superadas con un buen «toc» (traguito de vino…). Guardiola guarda al lado de la carretera una obra de aquellas que no pasan. Nosotros sí que pasamos un autocar que va hacia Saldes y cuando alzamos los ojos al cielo vemos alzarse al Pedraforca: «la gloria sube por los caminos angostos» (Ovidio) que nos predice a los corazones temerosos y a aquella alma que sufre lo que ha predicho «la técnica del amor está en conservarlo» delante del adversario más cruel.
Todo el pueblo de Saldes está nevado y los campos parecen camas con la cabecera del Pedraforca sugeriendo un estilo de lo más puro y natural. Las calles de Saldes son una «penca» de hielo aunque la fuente sigue manando: el manantial no se ha perdido, la sangre aún corre…
Son las ocho y media. Mientras cenamos la vista se nos va hacia la tele (Nota del traductor: todavía me acuerdo de la película que vimos… «El Planeta de los Simios»). Finalmente encontramos posada para dormir pero parece aún más difícil el Pollegó que nos vaticina un hombre del pueblo que no lo subiremos. Suarez, este señor que parece muy amable con los catalanes y al que la oposición lo califica de «hombre de buena voluntad», también vaticina que las minorías terroristas no impedirán el paso hacia la democracia si nosotros la queremos de verdad. Pero recordemos que Carter ya patinó el primer día y nosotros llevamos crampones para preveerlo.
Antes de dormir nuestros cantos y sonidos vocales caldean la habitación. Con el objeto de que la música sea más armónica le damos un chupete a Cayetano para que recuerde que también ha sido niño.
Son las seis y media: ya suena el despertador. Cuando salimos a la calle no falta ni una estrella ni la Luna. Los cristales del coche están helados y la carretera también. Estamos más rato para hacer mover el coche tres metros que lo que hemos tardado en llegar hasta aquí. Mientras unos ponen las cadenas otros ya se ponen los crampones. Empezamos a andar a eso de las ocho y media. El Sol ya ilumina las paredes del Pollegó Inferior y va aclarando los horizontes. Dejamos la carretera y seguimos por el camino del bosque. El día va mejorando y tenemos que quitarnos ropa. Al abandonar los árboles el camino se hace más pesado la nieve se hunde y los ánimos desaparecen.
Desayunamos en unas rocas: el bacon hace su efecto y cambia de dirección. PK pide una naranja y Jaume se la da amablemente. En un vuelo más preciso la mermelada va a caer sobre la nieve.

Seguimos hacia arriba. El camino está marcado y se sube bien. De vez en cuando una ventada nos hace girar la cara. Un árbol seco y muy decorativo se levanta valiente por encima de unas peñas y un pino pequeño y robusto sale del medio de la nieve. Mirando hacia atrás aparte de la pendiente podemos admirar el Berguedà cubierto de nieblas y las cercanías de Saldes nevadas. El último trozo de la Enforcadura está helado y una naranja ayuda a remojar el estómago. Son las once y media.

Después nos encontramos unos que vienen por Gòsol ese pueblecito agrupado encima de un montículo y todo blanco. La última subida se ha de hacer por turnos y el último espolón con las manos y los pies procurando no acercarse mucho a la cornisa. Llegamos arriba a la una menos cuarto. Hace viento. Nos encordamos. Nos vamos. Ya estamos en Saldes. Encontramos conocidos montañeros de Badalona. En Ripoll hay caravana. Gracias por todo, Miguel, la montaña es nuestra.

© Joan Fort i Olivella y traducido al castellano por Miquel J. Pavón i Besalú. Año 2.002.